Domingo 05 de mayo | Mar del Plata
22/10/2014

Desafío tres: cantobar

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blog cantobar¿Quién hubiera imaginado escuchar juntos, alguna vez, a Sandro, Roger Waters, Gustavo Cerati, Ricardo Montaner y Ricky Maravilla en un mismo escenario? ¿Quién hubiera dicho que cientos de personas entonarían, eufóricas, una cumbia, un tango, un rock y una balada romántica, uno detrás de otro y sin perder el hilo de las letras de las canciones? Y lo peor de todo, ¿quién hubiera pensado que todo esto pudiera suceder en alguno de los barrios de la ciudad de Mar del Plata?

Bueno, la verdad es que a mí me paso. Es complicado describirlo, al principio pensé que era un mal sueño, pero al poco tiempo me di cuenta que no estaba soñando, que eso estaba pasando realmente y que yo, sin quererlo, había entrado en un cantobar. Ya había pagado la cerveza y no daba para irme. Pensé en salir corriendo con la jarra en la mano, pero lo más probable es que no me dejaran pasar por la puerta. No tenés para donde salir, ya entraste, pagaste ¿Qué vas a hacer?

Claramente, aquí nació mi tercer desafío. La gente con la que estaba notó mi malestar y me retó a subir al escenario a cantar algo. El tema está en que es difícil estar en un cantobar, no sólo por la gente que desafina, la que canta muy mal y encima se creen que son rockstars en pleno Woodstock, sino porque también están las personas que cantan muy bien y a vos te hacen sentir una envidia terrible. O sea, si por un momento tenías la intención de tomar valor y subir a cantar algo, todo eso se desvanece cuando aparece en el escenario ese que la rompe, al que todo el mundo aplaude, y vos terminas metiéndote esa canción, que te encanta y que practicas todas las mañanas en la ducha, en el medio del traste.

Como si fuera poco, los copados de mis amigos le pasaron un papelito a Leandro Tano Vera, la persona que animaba el cantobar, quien sin demora comenzó a llamarme desde el escenario para que entonara junto a él la letra de un tema de Leo Matioli. Sí, Leo Matioli, así como lo leen.

“Muy pero muy buenas noches, bienvenidos a una noche más de karaoke”…

-¿Hace cuánto que trabajás animando eventos?
-Empecé como operador de karaokes hace casi diez años: me ocupaba de manejar los volúmenes de los micrófonos, poner las pistas y las cortinas musicales entre cantante y cantante. Pasar al frente a animar fue algo más gradual, empecé con compañeros, de a poco. Ya hace tres años que me largué solo.

-¿Al público le cuesta entrar en confianza para participar de un karaoke?
-Si es algún cumpleaños o casamiento que te contratan exclusivamente, no. La gente lo está esperando. Si es en algún lugar público, depende. A veces puede ser un éxito y a veces hay que “remarla”. Nunca dejas de correr riesgo al depender 100% del público.

-Si la gente no es tan accesible ¿Qué recursos usás para llegarles?
-Cada animador tendrá sus maneras. Una de las que uso es decirles “yo te ayudo…”, porque la mayoría no se anima por vergüenza, pero al tener alguien que lo acompañe, ya es otra cosa. Otra puede ser ir cantando un tema y acercarse a que participen de a poco. Por más difíciles que estén, hay que tener en cuenta que salieron a tomar algo, a divertirse y pasarla bien… Tarde o temprano se “ablandan”. Si no es para cantar, va a ser para bailar o aplaudir. En el peor de los casos, les ofrezco una consumición.

-La verdad. Cuando los que participan cantan muy mal ¿te dan ganas de matarlos o ya estás acostumbrado?
-¡Jaja! Digamos que estoy acostumbrado. La gracia es pasar un buen rato, creo que no sería tan divertido si todos cantaran bien.  Lo lindo es reírse entre todos, relajarse y disfrutar.

Como mis amigos, que no desperdician la oportunidad de hacerte pasar vergüenza, también están los grupos de amigos borrachos, que se suben todos juntos a cantar un tema de Mambru. Lo bailan, agitan con las manos pidiendo que algunos, que estén más borrachos que ellos, se aglutinen al pie del escenario para hacer un pogo. Chicos: sepan que si lo hacen borrachos, solo les causa gracia a ustedes, los demás no la pasan tan bien.

Otro tema se da cuando te quieren llevar a un cantobar en una primera cita. Realmente no creo que alguien pueda ser tan hijo de puta, pero seguro existe ese tipo que te lleva al bar, te compra una cerveza, te deja con el maní cervecero sentada en la barra y sube al escenario, creyéndose un campeón, a cantarte un tema e imitar a Chayane. La verdad que no garpa ni medio y lo mismo va, para los que estando en el bar, quieren levantarte con la típica frase: “Decime qué temita querés que te dedique”.

Por último, si sos turista, no da agradecer al público marplatense por los aplausos y por dejarte compartir ese tiempo con ellos.

Puedo decir que cumplí mi tercer desafío con mucha, pero mucha, vergüenza. Aunque hay que reconocer algo, los escenarios de los cantobares son, sin duda,  el único lugar en el mundo en donde hasta al que más desafina lo despiden ovacionado.

22/10/2014