Sábado 27 de abril | Mar del Plata
12/05/2018

“Una noche con Magnus & Hijos”, el despotismo visceral

A 48 años de su escritura, la dramaturgia de Ricardo Monti se mantiene vigente en la puesta que dirige Diego Kogan. Un sábado al mes, el poder, la ética y la moral se disputan en el escenario del Séptimo Fuego.

“Una noche con Magnus & Hijos”, el despotismo visceral
(Foto: prensa)

En 1970 Ricardo Monti escribió en una Buenos Aires convulsionada: “Una noche con Magnus e hijos”. Como muchos autores argentinos, con el afán de denunciar la opresión social, escribió una pieza sin metáforas, con humor absurdo y con mucho realismo.

Casi medio siglo de haber sido estrenada, el director Diego Kogan toma la posta y la redobla con el elenco marplatense: Antonio Mónaco, Lalo Alías, Marcos Moyano, Gabriel Casali, Ludmila Cardona y Javier Besotina. Tras una exitosa temporada continúan realizando la obra a las 22 de un sábado por mes en el escenario del Centro Cultural  El séptimo fuego, Bolívar 3675,

Al ingresar a la sala, el espacio condiciona al espectador que se acomoda tímidamente a lo largo del Séptimo Fuego y queda frente a una especie de doble escenario. El público expectante contempla la escena y la intimidad de un hogar que no es cualquiera, es la casa de Magnus, interpretado por el impecable Antonio Monaco. En ella vive con sus tres hijos (Marcos Moyano, Gabriel Casali, Javier Bosotina) que van de lo cómico a lo siniestro en un parpadeo.

Pero un día, como cualquier otro, Magnus llega a su casa acompañado por una joven mujer, “Julia” (Ludmila Cardona), que desconoce dónde se está metiendo. Afuera Lalo Alias contempla la calidez de ese hogar interpretando un linyera – perro que rompe con la naturalidad que propone Monti.

El director porteño explota a pleno cada arquetipo que le proponen los actores que están a la altura de la carga dramática y logra interesantes contra puntos con todos en escena, ya sea en los matices que ofrecen los niveles, los cambios de velocidades y de actitudes tanto en la representación en tiempo real como las capas poéticas que surgen a través de los relatos de estos personajes. Si bien Kogan capitaliza las calidades de las actuaciones, por momentos algunos elementos no se utilizan con la profundidad que merecen.

Los tres pelafustanes hijos sostienen la tensión dramática, a veces sólo con su presencia ensombrecen la escena y la potencian. Mientras que Julia (Ludmila) indaga ingenuamente la “rutina familiar” con intensidad, sensualidad y sobretodo fortaleza, Lou (Lalo Alías) domina la sumisión a través de gestos y un cuerpo vivo aunque parezca desfallecer ante un Magnus (Monaco) épico, un rico que chorrea grasa de la más egocéntrica y cruel.

Durante casi dos horas el público está atrapado como en una tela de araña y es testigo de lo que pasa en esa casa, en una inteligente puesta desarrollada por Sandra Otharque que aprovecha lugares habituales del Séptimo como camarines y baño, que podría ser el hogar de cualquiera. El espectador observa cómo se desencadena la historia en aquel nido de víboras que se entrelaza y enfrenta con el afán de sobrevivir y ser libres.

“Una noche de Magnus & hijos” se entromete en aquellos temas que aun hoy en día son tabú y cuestiona a través de una sexualidad cuasi pornográfica aquellos asuntos morales. Se mete en las vísceras de la sociedad, revuelve en los estamentos más crudos y los vomita para que espectador lo procese. La obra aborda esta violencia “intrafamiliar” con humor absurdo y se encarga de que nadie salga absuelto.

En definitiva, la trama se desarrolla entre una espesa niebla en tiempo presente que a veces rememora el pasado, con las mentiras de una figura paternal que podría resinificar los valores institucionales, las fantasías de sus hijos que no se animan a romper la cáscara, la obediencia absurda de un hombre-perro y la actitud de una mujer que busca comodidad en el lugar menos indicado.

Una joyita, de las oscuras, en el teatro independiente marplatense. Una metáfora sobre un contexto social que resulta cíclico; y al salir del teatro, la realidad para el ojo del buen observador golpea y es incluso más cruda que “Una noche con Magnus & hijos”.

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12/05/2018