Ejércitos urbanos
Editorial QUÉ, en la radio
Ellos están ahí. Marchan. No importa si llueve, hace calor o el mundo se acaba. Marchan. La familia de Thomás marcha porque acusan un caso de gatillo fácil, porque lo mató un policía, porque buscan justicia. Gritan lo que nadie quiere escuchar: que tal vez –tal vez- la Policía encubre a un oficial.
Ellos están ahí. Marchan. La gente los mira atónitos mientras compran o toman un café. Marchan. La familia de Yésica Parra marcha a un año de su muerte, piden justicia para ella y todas las víctimas de tránsito, piden por el cambio de fiscales y denuncian amenazas, les piden que no hablen más, que no lo hagan mediático. Gritan lo que nadie quiere escuchar: que tal vez –tal vez- la Justicia es ciega y cubre a los poderosos.
Ellos están ahí. Marchan. Los turistas tomando sol no entienden tantas banderas y quilombo. Marchan. Vecinos del sur marchan porque piden que las playas públicas sean de todos, sean un derecho, para que cualquiera pueda instalar su sombrilla, para que haya más controles. Gritan lo que nadie quiere escuchar: que tal vez –tal vez- haya connivencia entre el Municipio y los empresarios que manejan los balnearios.
Esos ejércitos que ven marchar están peleando contra todos los pronósticos y lo hacen contra el sistema, pelean porque alguien tiene que hacerlo. No lo sabés, pero también pelean por tus derechos, como tantos otros lo hicieron. Y tal vez los ideales estén vencidos y pasados de moda, pero si alguna vez ves que el general de un ejército urbano es una nena de 5 años llena de convicciones, sumate sin dudarlo, significa que se trata de una cruzada justa por la que vale la pena luchar.
