Dos años de Arroyo, en fotos
A dos años de su asunción como intendente, 24 imágenes que repasan su gestión. Crisis, polémicas, anuncios, obras, interna política y conflictos forman parte de sus 24 meses al frente de General Pueyrredon.
El 26 de octubre de 2015 Carlos Arroyo dijo que se había “escrito una página de oro en la historia del Partido” al ganar las elecciones y convertirse en el nuevo intendente del Partido de General Pueyrredon. Aquella misma noche, entre la sorpresa de muchos y la felicidad de tantos otros, resumió qué buscaría en los próximos cuatro años para la ciudad: “Imaginamos una ciudad ordenada, limpia y segura. Esos tres conceptos son básicos dentro de mi proyecto de gobierno”. Este domingo se cumplen dos de los cuatro años del mandato, dos años de aquel 10 de diciembre en el que al asumir formalmente en el Concejo Deliberante dijo que había “llegado el momento de trabajar, pero de trabajar no para juntar más dinero sino de trabajar para mejorar la condición de los humildes, de luchar por mejorar todo lo que esta mal”.
Un repaso en 24 fotos por 24 meses por demás intensos en la vida política, económica y social de Mar del Plata.
El mandato de Arroyo empezó entre conflictos heredados: municipales de paro por falta de pago y guardavidas advirtiendo con seguir el mismo camino. En el medio, aquel 10 de diciembre de 2015, Arroyo prometía en el Concejo Deliberante “un gobierno de consenso” y resolver “problemas de orden”. Además, apelaba a la “bondad de Dios”, decía que había llegado “el momento de trabajar para mejorar la condición de los humildes” y que tomaría dos caminos fundamentales: “luchar contra la pobreza y educar”.
Ese mismo día, Arroyo presentó su misterioso gabinete. “Es una respuesta a los que decían que no teníamos equipos”, desafió, aunque con el correr de los meses la frase perdería validez. Y al cabo de dos años eso se refleja en que entre secretarios, subsecretarios, directores, titulares de entes y funcionarios de menor jerarquía se suman más 30 renuncias: en 2017 movió más de 10 piezas de su gabinete, sumadas a las casi 20 desvinculaciones que se produjeron en su primer año de gobierno.
“Si no reúnen todos los requisitos para el nivel de trabajo que solicito, sinceramente los cambio, o los elimino, directamente, depende de la situación o el lugar; o los reemplazo por otro funcionario en otra dependencia donde lo necesite más”, definió el propio Arroyo en septiembre pasado.
“Ya conseguimos 400 silbatos”. A los pocos días de asumir, Carlos Arroyo decidió cambiar un tanto el rumbo de la Policía local, y en este sentido les anunció a los efectivos que, con silbato en mano, también comenzarían a trabajar en conjunto con personal de las áreas de Tránsito e Inspección General. Con el paso de los dos años, aquellas funciones que parecían tan ajenas a la fuerza se volvieron rutina.
Sin embargo, en las últimas horas y luego de una interna desatada por la decisión del Municipio de suspender la provisión de combustibles a los patrulleros, desde el Ministerio de Seguridad provincial cuestionaron ese rumbo al entender que la Policía local “tiene que estar en la calle” y que en Mar del Plata hay demasiados efectivos haciendo controles, cuidando dependencias -como centros de salud- o a cargo de las infracciones de tránsito, algo que “no corresponde”. Por ahora, es una polémica que recién se inicia.
A los pocos meses de empezado su gobierno, estalló una bomba. Emiliano Giri -por entonces titular del Ente de Turismo y principal impulsor de la candidatura de Arroyo dentro del armado del PRO- fue detenido en el marco de una investigación por contratos truchos en un astillero provincial, causa en la que meses después sería sobreseído. A las horas de la detención, se concretó la renuncia del funcionario. “No descarto la posibilidad de que regrese, pero no pongo términos ni cargos ni nada, dependerá de lo que a la ciudad le convenga”, dijo después Arroyo, aunque eso nunca se concretó.
“En 20 días no se puede resolver lo que no se hizo en años”. Una de las primeras conferencias de prensa a las que convocó Arroyo para responder críticas y cuestionamientos fue tras haber cumplido poco más de un mes de gestión. Allí, insistió con el mal estado en que encontró las cuentas municipales y la administración en general, por lo que denunció a Gustavo Pulti en la justicia, en una causa que lo tiene a punto de ir a juicio oral. De esta manera, Arroyo le habló a los vecinos e intentó calmar ciertas críticas.
“Lo que le pido a la población es que se dé cuenta de que la administración cambió, tengo otra forma de trabajar, de ser y de pensar. Necesito que la población colabore, que corten el pasto, limpien la vereda, no tiren basura en cualquier lado. Tenemos que cambiar nuestra actitud”, expresó y afirmó: “En estos días de gestión no puedo hacer milagros: yo no ensucié ni endeudé a Mar del Plata“. Con el paso del tiempo, los conceptos sobre la situación recibida se irían repitiendo.
Fernando Telpuk se convirtió en una pieza clave en el gobierno de Arroyo en torno a la seguridad. Su permanencia al frente de la Policía local con el cambio de gestión lo llevó a ser durante meses un secretario de Seguridad sin el nombramiento formal. Sin embargo, a más de un año de la salida del por entonces secretario del área durante una corta semana, Julio Razona, finalmente Arroyo anunció sorpresivamente que nombraría a Telpuk, como nuevo responsable del área. De todas formas, hasta el día de hoy su nombramiento formal -con el aval del Concejo Deliberante para la designación del nuevo jefe de la Policía local- aún no se concretó.
El 24 de marzo de 2016 Arroyo sorprendió en el marco de la conmemoración del 40º aniversario del último golpe cívico militar. Su participación (silenciosa) en el acto oficial en al Concejo Deliberante fue llamativa ya que durante sus años como concejal nunca formó parte de las actividades en el recinto. Incluso, durante la campaña electoral, tanto Madres como Abuelas de Plaza de Mayo habían repudiado su candidatura y asegurado que “fue funcionario de la dictadura y reivindicó las acciones”.
Un día antes, y en otro acto al que asistió, el intendente ensayó una explicación: “A mí me tocó sentir el miedo porque yo hice acciones de amparo y las firmé. No me fui de la Argentina. Y supe lo que era despertarse a la madrugada mirando a mi familia pensando que cuando me despertara tal vez no iba a volver. Sé lo que se vivió, por eso me afectó mucho psicológicamente. Este fue uno de los motivos, y lo digo claramente, por los cuales me cuesta muchísimo ir a los actos por el 24 de marzo”.
“Estos cuatro meses me parecen siglos” y “cometí errores e hice lo que tenía que hacer” fueron algunas de las frases centrales del intendente en la apertura de sesiones ordinarias del Concejo Deliberante, en abril de 2016. “No tengo ninguna duda de que vamos a tener la mejor gestión de los últimos 40 años. Hoy las expectativas están intactas y todo lo que se prometió en campaña se va a cumplir”, sostuvo.
En medio de las críticas y cuestionamientos que partían desde diversos sectores y con el pedido concreto de renuncia de la secretaria de Educación, Ana María Crovetto, el intendente Carlos Arroyo pidió en mayo de 2016, “en nombre de la democracia”, que “lo dejen gobernar en paz”. Asimismo, apuntó contra una “clara intención política” detrás de los reclamos en general y cuestionó: “Es agobiante sentir el impacto permanente de las críticas infundadas”. “He sido elegido intendente por el 48% de los votos”, recordó y apuntó contra los “fracasados que quisieron llegar a ser intendente y no pudieron” sobre quienes dijo que “se la pasan ensuciando”.
Después de bajas seguidas en el gabinete y de la polémica desatada por la llegada del enviado del PRO, Agustín Cinto -quien tan solo duró unos pocos meses en la ciudad-, en junio de 2016 el intendente terminó de tomarle juramento a los últimos funcionarios que se sumaron en ese entonces a su golpeado gabinete. “Esto va a ser a mí manera”, desafió Arroyo cuando presentaba a Agustín Cinto.
Además aprovechó para criticar “la mala voluntad de muchos” al agradecerle el trabajo a José Cano, el secretario de Economía saliente que volvió al Concejo Deliberante y en su lugar asumió Gustavo Schroeder, quien a su vez dejaría su cargo durante este 2017. Cano, tras su alejamiento del bloque oficialista en el ámbito político, falleció en mayo pasado.
En agosto de 2016 el paso por el barrio Belisario Roldán del presidente Mauricio Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal quedó registrado como uno de los más hostiles y violentos que vivió el gobierno. Es que en la previa, durante y en el después hubo incidentes, insultos, cantos en contra, piedras que volaron y tensión. Todo empezó antes de que se iniciara el acto en el que las autoridades, entre ellos el intendente Carlos Arroyo, anunciaron $24 millones en obras de hábitat para el barrio Belisario Roldán y otros $41 millones para El Martillo.
En medio de una interna judicial desatada en la ciudad después y luego de que el propio juez federal Alfredo López saliera a solicitar apoyo públicamente, el gobierno de Carlos Arroyo decidió responder el pedido y a través de un encuentro y un comunicado el intendente expresó una “sentida preocupación” por una protesta que se produjo frente a al juzgado de López, encabezada por organizaciones políticas y sociales que fueron apuntadas por el juez en declaraciones periodísticas.
La notoria reducción de alrededor del 50% en los homicidios dolosos cometidos en la ciudad entre 2015 y 2016 es uno de los “caballitos de batalla” que mantiene el intendente al momento de hablar de seguridad. La tendencia en baja que se mantiene hasta la actualidad ha sido destacada una y otra vez tanto por Arroyo como por funcionarios provinciales y nacionales cada vez que llegaron a la ciudad. En marzo de este año, el intendente destacó la continuidad de las políticas implementadas en el área desde 2015, durante la gestión anterior, y el seguimiento que se le dio a las mismas. “Esto hay que destacarlo también porque es justo, es así. Esto fue un acierto y yo tuve el acierto de continuarlo”, reconoció.
Uno de las mayores desprolijidades que afectaron la gestión de Arroyo estalló en enero de este año y estuvo centrada en las fiestas electrónicas, con la exposición de las carencias comunicativas de un gobierno que se contradijo insólitamente con términos como “prohibir” y “no autorizar” y con todo el país siguiendo en vivo por TV una novela que duró días y que terminó por blindar las primeras fiestas electrónicas hasta después encontrar una regulación mucho más acorde y posteriormente hasta reconocida desde algunos sectores.
La relación del gobierno de Arroyo con los sindicatos ligados a la Educación tuvo un duro enfrentamiento en marzo de 2017 cuando el intendente llegó a una escuela con una policía, se reunió con sus autoridades y no permitió el ingreso de los representantes sindicales, todo en medio de un escándalo que terminó con el jefe comunal retirándose entre algunos insultos.
Jornadas después, en otra conferencia de prensa convocada para responder cuestionamientos, Arroyo desafió: “Les guste o no lo voy a seguir haciendo, hasta que me echen de acá”, en relación a las visitas a las escuelas, que no se repitieron en esos términos. “Voy a ir a la escuela que quiera y no voy a avisar, les guste o no”, dijo, además de criticar duramente lo que consideró fue un “circo” de los gremios y los concejales.
La desocupación es desde hace años uno de los problemas principales que sobresale en Mar del Plata, con índices que no logran bajar y que constantemente vuelven a ubicar a la ciudad en los primeros lugares en comparación con el resto del país. En los diferentes pasos por la ciudad del ministro de Trabajo de la Nación, Jorge Triaca, el desempleo ha sido el tema excluyente de consultas, diagnósticos y hasta promesas. Según las estadísticas oficiales correspondientes al segundo trimestre de 2017, el 11.9% de la población activa en Mar del Plata está sin trabajo, lo que equivale a 34.000 personas.
En el marco del Día del Trabajador pasado, el intendente dijo estar “trabajando y luchando desesperadamente para reducir la desocupación“, lo calificó como un problema “crónico” y también reparó en que el tema está atado a la economía nacional, que reconoce “no está justamente en el mejor momento”. Por el área municipal de Desarrollo Productivo tuvo un paso frustrado el ahora diputado Héctor Toty Flores, y tras su alejamiento llegó Ricardo de Rosa a la secretaría, quien su primera conferencia de prensa estimó poder bajar el desempleo a mitad de 2016, algo que nunca se tradujo en realidad.
El solitario anuncio de María Eugenia Vidal y el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, sobre la implementación del sistema de metrobus en Mar del Plata fue una de las decisiones políticas que menor apoyo obtuvo en la comunidad. El mal estado de las calles en decenas de barrios y el elevado costo (615 millones de pesos) de una obra de dudosa utilidad en el centro generó diferencias y el propio intendente sembró algunas dudas: primero aseguró que el metrobus “mete a Mar del Plata en el siglo XXI” pero un día después advirtió que si bien “es necesario, también tenemos que aceptar que puede haber puntos dudosos o por lo menos que puede ser motivo de discusión”.
A seis meses del anuncio poco se habla del metrobus, aunque la intención del gobierno sería inaugurarlo a mediados del año que viene. La primera parte de las obras debía comenzar en octubre, pero esto no ocurrió. En simultáneo, más de 7000 personas firmaron en contra de la ejecución de la obra. Hoy el tema está fuera de agenda y ni siquiera el Concejo Deliberante lo debatió en profundidad. Arroyo tampoco ha insistido, dejando entrever que no es una prioridad de su gobierno.
“Esto es hacer” se transformó en esta última etapa de los dos años de la gestión Arroyo en la frase de cabecera usada por el propio intendente y su equipo en busca de contrarrestar las permanentes críticas que llueven desde los más diversos sectores desde el día uno de gobierno. La frase se replica en cada obra que Arroyo recorre: en los últimos meses de 2017 las actividades estuvieron vinculadas con los centros de salud municipales reacondicionados e incluso el Hospital Interzonal con obras que comenzaron con impulso de la Provincia. Sin embargo, la evidencia sigue siendo todo lo que aún hace falta en materia de salud pública.
A medida que la gestión municipal fue sumando problemas, conflictos y una notable dependencia económica respecto al gobierno bonarense, la relación de Arroyo con la gobernadora María Eugenia Vidal comenzó a desgastarse e incluso a volverse por demás tensa. Si bien en el primer tiempo Vidal se encargaba de negarlo, luego comenzó a dejarlo trascender y llegó hasta exponerlo públicamente, tal como lo hizo en julio de este año cuando se diferenció del Municipio al hacer alusión las políticas públicas respecto a las personas en situación de calle. Más allá de eso, la mala relación entre Arroyo y Vidal quedó evidenciada en su totalidad cuando durante toda la campaña electoral la gobernadora no se mostró con Arroyo y el jefe comunal estuvo ausente en cada uno de los actos oficiales.
La falta de apego a los protocolos y a las distancias que impone al poder gobernante ha sido una característica de Arroto en estos dos años de gobierno, con la realización de declaraciones o abordaje de temas que cualquier otro político intenta evitar y con acciones que rompen los esquemas “tradicionales”. Un ejemplo de ello quedó registrado y dio vueltas por todos los medios de comunicación cuando Arroyo dio la nota de color después de un acto al ayudar a empujar a un equipo del diario La Capital al que se le había quedado encajada la camioneta.
Ante tanto recambios, bajas y renuncias, uno de los funcionarios que ha permanecido al lado de Arroyo en sus dos años de gestión ha sido el secretario de Gobierno, Alejandro Vicente, el funcionario encargado de brindar respuestas púbicas ante cada conflicto o problema: desde el duro enfrentamiento con el Sindicato de Trabajadores Municipales después de decenas de jornadas de protestas, pasando por los recortes en cultura y los polémicos proyectos como el de las fotomultas, hasta la falta de relación del gobierno con el empresario Florencio Aldrey Iglesias, entre tantos otros.
Durante el desarrollo de los primeros dos años de su gestión, las críticas en torno al poco éxito de las últimas temporadas de verano para Mar del Plata fueron muchas y de diversos sectores. Es que, los operadores no dudaron en calificar como “malos” y muy poco exitosos los recesos de los últimos dos años, algo que sin dudas motivó a la gobernadora María Eugenia Vidal a lanzar la campaña “Mar del Plata te hace feliz”, con una serie de beneficios, descuentos y promociones con el objetivo de fomentar el arribo de turistas a Mar del Plata. Por eso, el jefe comunal no dudó en asegurar, días atrás que esta “va a ser el mejor año en toda la historia de las temporadas”.
Una amistad de años que excede a la política une a Carlos Arroyo y a Guillermo Sáenz Saralegui. Fundaron la Agrupación Atlántica y fueron “compinches” compañeros de banca en el Concejo Deliberante, rara vez votando en sentidos diferentes. Pero desde que Arroyo llegó al gobierno, la relación comenzó a experimentar cortocircuitos y el diálogo a lo largo de estos dos años se ha visto interrumpido en más de una oportunidad. Sin embargo, Saralegui ha sido el hombre de confianza apoyado y elegido para presidir el Cuerpo legislativo.
No obstante, la distancia entre ambos llegó este año al extremo de que Saralegui presentara su propia lista, por fuera Cambiemos, para las últimas elecciones. El fracaso fue rotundo y no llegó al piso del 1,5% de las Primarias. A pesar de las diferencias, el apoyo persiste y rara vez se escuchó al intendente cuestionar el rol del presidente Concejo Deliberante. Hoy, en las puertas del recambio legislativo, el debate por la Presidencia volvió a abrirse y Saralegui apuesta por seguir en el cargo, aunque no es el único que lo disputa.
Arroyo y Vilma Baragiola se conocieron en el Concejo Deliberante ocupando bancas de dos bloques que hasta hace poco más de dos años nada tenían que ver. A partir de la alianza electoral forjada, fueron rivales en la interna de Cambiemos del 2015 y tras el triunfo, el hombre de piloto azul la premió con el cargo que quería: secretaria de Desarrollo Social.
La campaña para las legislativas del 2017 volvió a exponer la rivalidad de los dos políticos que mejor miden hoy en la ciudad: el intendente que arrasó en el 2015 y la radical que tras revalidar en octubre en las urnas la gestión de Cambiemos aspira al 2019. Ante las cámaras, no existen diferencias y la palabra “equipo” se repite en las voces de Arroyo y Baragiola. Pero el intendente echó de su gabinete a fieles hombres y mujeres de Vilma, el apoyo de María Eugenia Vidal no está hoy del lado de Carlos Arroyo y hay respuestas dispares a una pregunta clave: ¿El triunfo de las últimas elecciones fue de Baragiola, de la gestión de Arroyo o de las políticas nacionales y provinciales de Cambiemos? Hacia afuera, la gestión, el trabajo en equipo. Hacia adentro, la disputa a futuro por el poder.
Si hay algo que ha caracterizado a Arroyo en sus dos años de gestión, por fuera de las cuestiones políticas, ha sido su emoción al hablar de ciertas cuestiones, sobre todo aquellas vinculadas al rol de las fuerzas armadas, los caídos en Malvinas o la labor de San Martín, Belgrano y tantos otros referentes de la historia Argentina. En muchos de los actos oficiales, y fiel a su estilo -en ocasiones descontracturado y ajeno a protocolos- la voz quebrada, las lágrimas en los ojos y la emoción contenida al hablar se llevan todas las miradas.
Sin ir más lejos, en el último acto de inicio oficial de la temporada de verano, el intendente se emocionó hasta las lágrimas al referirse a la desaparición de los 44 tripulantes del submarino ARA “San Juan” y calificó lo sucedido como “una placa de plomo que todos los argentinos sentimos en nuestras almas”.
