Atrapasueños: arte y literatura, a la vuelta de la esquina
Las calles del barrio Villa Lourdes sumaron un atractivo de color gracias a los murales que son parte del proyecto de Javier Almirón y Federico Giorgini. “Intentamos dar un mensaje de aliento a la comunidad”, aseguró el artista.
San Salvador, entre Juramento y Lanzilotta. Una pared que antes era gris, casi una parte insignificante del paisaje, hoy llama la atención. Los colores invaden el tono sepia que caracteriza este frío otoño y no detenerse a mirar es prácticamente imposible. El proyecto artístico “Atrapasueños, relato urbano” es una realidad e invade de optimismo -y claro está, de color- el barrio Villa Lourdes.
Javier Almirón es un artista de la ciudad y junto a Federico Giorgini -“filósofo y gran amigo”, como lo definió el propio artista- decidió realizar una serie de murales en el barrio con un mensaje alentador: es posible cumplir los sueños sin importar el cómo ni el por qué. La idea surgió casi de casualidad y de a poco tomó forma; hoy, los murales son parte de la identidad del barrio y la propuesta, como todo hecho artístico, trasciende fronteras.
“En un primer momento estaba haciendo unos bocetos para unas estampas de remeras: un hombre pescando parado sobre una lanchita levitando y con cabeza de gaviota. En ese estado de levitación no podía pescar peces y es por eso que lo puse a pescar aviones de papel y lo llame ‘Atrapasueños’”, relató Javier, respecto al origen de este personaje.
Con ese puntapié, el Atrapasueños comenzó a tomar forma y ahí comenzó a jugar un rol importante la literatura: “Le pedí ayuda a Federico Giorgini, filósofo de la ciudad y gran amigo, quién se vio súper interesado y tras varias reuniones y sabiendo que teníamos disponibles algunos muros en el barrio, empezamos a hacer este proyecto realidad”, recordó el artista.
El concepto de Atrapasueños partió de la idea de un personaje que cumpliera, justamente, los sueños, pero con el correr de las reuniones y los primeros textos, el personaje tomó otro rumbo. Para Javier, Atrapasueños es “quien nos guía, nos aconseja y nos muestra cuál es el camino para cumplir nuestros anhelos”.
“El objetivo principal de esta propuesta es acercar arte y literatura a una parte de la sociedad que se encuentra olvidada”, advirtió el joven muralista, quien destacó la importancia de que el arte esté siemrpe siempre, sin importar el lugar ni la forma.
“El barrio Villa Lourdes cuenta con cuatro instituciones escolares y es increíble que el arte no forme parte de sus vidas. Desde los muros intentamos dar un mensaje de aliento, para que los más chicos sepan cuáles son los valores vitales de la vida”, consideró, respecto al objetivo central de la propuesta que llenó de color el barrio.
Los murales pintados son seis: uno con la presentación del personaje y cinco con el relato urbano. El primero se encuentra en San Salvador, entre Juramento y Lanzilotta y el resto están distribuidos por la zona, entrelazados por el concepto y la narrativa: “Movimiento eterno”, en Juramento y Guanahani; “Tenacidad”, en Guanahani entre Juramento y Alejandro Korn; “Proceso”, en Alejandro Korn y Hernandarias; “Equilibrio dinámico”, en Ortiz de Zárate y Alejandro Korn y “Transformación continua”, en Juramento entre Hernandarias y Ortiz de Zárate.
El proceso artístico, para Javier, fue enriquecedor. También, como toda propuesta ambiciosa, tuvo sus riesgos, pero la recepción y el contacto con la comunidad del barrio fue lo mejor. “En los primeros muros pintados la gente se acercó con timidez pero con curiosidad, para saber qué era lo que se estaba pintando; otros se acercaron a dar una mano con el andamio o escalera y a partir del segundo mural las preguntas eran en dónde iba a estar el siguiente y qué era lo que iba a estar haciendo el personaje”, detalló el artista.
EL BARRIO, LAS HISTORIAS, EL ARTE
“¿Por qué Villa Lourdes?”, fue la pregunta obligada. Muy simple, Javier vive desde hace 18 años en esas mismas calles, “en una zona más bien insegura y con un marcado perfil relacionado con la pesca” y por eso el lugar elegido tiene más peso todavía. “Ser de la zona me ayudó a obtener los permisos e hizo más práctica la logística en cuanto al traslado de materiales y herramientas”, dijo y destacó las sensaciones que se llevó como artista.
“Esto se siente increíble, la recepción del barrio, la llegada que tuvo con los chicos de las escuelas. En lo personal siento que hay que ser muy consciente de lo que se pinta en el muro, ya que ese mensaje va a llegar a cada uno de los que vea el trabajo”, consideró el joven artista, quien, a modo de ejemplo, graficó el impacto positivo de este proyecto en la Escuela de Educación Especial N° 506, donde los alumnos no solo escucharon y vieron su relato urbano, sino que elaboraron y le regalaron una caja de madera para transportar las pinturas.
Hoy, Javier se encuentra en Lima, Perú, pero este proyecto no terminó, sino todo lo contrario. “La idea es continuar con el proyecto y poder hacerlo en otros países bajo la mirada de otras culturas y valores. En principio la idea es hacerlo en Perú y Colombia, lugares donde estuve viajando, conociendo gente y pintando el año pasado”, adelantó Javier, respecto a lo que vendrá.
