El Rápido Argentino: historias de turistas abandonados
Familias con chicos y personas enfermas necesitan viajar, no tienen cómo pagar otra vez los boletos, pero ni la empresa ni el Estado les dan respuestas. La solidaridad de algunos vecinos aparece entre tanta falta de asistencia.
“Están dando un mal aspecto”. La frase fue destinada para dos nenes, de doce y cinco años, que forman parte de una de las tantas familias que están varadas en la terminal por el paro en la empresa El Rápido Argentino. Se las dijo un encargado de seguridad mientras intentaban dormir un rato en uno de los tantos asientos de la terminal. Es que desde la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) les dieron la esperanza de poder “acomodarlos” en un viaje de otra empresa, pero eso a medida que avanzaba este martes no se concretó. Uno de esos dos chicos que pasan horas y horas allí, hoy cumple años, pero su fiesta estaba organizada en Mendoza.
Las historias dentro de la Terminal Ferroautomotora se suceden. Los asientos ubicados afuera de la delegación de la CNRT forman parte de la escenografía que ocupan las familias que no pueden -tal como ofrece como solución el Estado- pagar de nuevo los boletos a otra empresa para poder viajar a sus lugares de origen.
Una pareja de Mendoza tenía pasajes de vuelta para este lunes. Cuentan que el martes pasado se enteraron del conflicto por Crónica TV, pero pensaron que se solucionaría. Este lunes, cuando llegaron a la terminal se encontraron con que nada tenía solución y con que nadie daba respuestas. Estuvieron frente a la CNRT desde las 8 hasta las 18 y consiguieron la promesa de que los intentarían “ubicar” en un servicio de Andesmar.
El hombre es diabético y se está por quedar sin sus medicamentos. “Vinimos con los remedios justos”, dice. Y su esposa, lamenta: “Se han burlado de nosotros cuanto se le ha dado la gana”. Entonces, cuentan que vinieron a la ciudad por una semana, que “les encanta venir” y que pagaron $3600 ida y vuelta. Mientras hablan con QUÉ, un hombre que escuchó por Radio Brisas que necesitaban un medicamento, se acerca al igual que antes lo hizo una joven con tabletas de pastillas.
“A mí me da vergüenza”, dice el hombre después de agradecerles tanto que se hayan acercado a ayudarlo. “Esto me da muchas ganas de volver. Este gesto enaltece a la gente”, agrega.
Su caso no es el único. Una pareja y dos hijos, uno de cinco y otro de doce, también tenían pasajes para este lunes rumbo a Mendoza: los habían comprado a principios de enero. También estuvieron una semana en la ciudad de vacaciones. Es la familia a la cual el personal de seguridad de la Terminal que maneja el poderoso Néstor Otero se acercó a decirle que no podían dormir en los bancos, que estaban para sentarse, porque “daban un mal aspecto”.
El mayor de los chicos hoy cumple años, y no lo puede celebrar en Mendoza: está otra vez sentado frente a la CNRT viendo cómo sus padres le piden soluciones a uno de los encargados de la dependencia.
“Hacemos todo lo posible”, “solución no hay”, “nosotros estamos para multar”, “tenemos clara la situación”. Esas son algunas de las frases del representante de la CNRT, que sobre el mediodía les vuelve a explicar a los pasajeros varados que no tiene ninguna solución para darles, más que tomar el reclamo. En el medio, los turistas llaman a un policía que está en el lugar, pero el oficial les dice que vayan a pedir asistencia a la Municipalidad o a Desarrollo Social, les dice que él no puede comunicarse, que no representa a la Departamental, que sólo es del Destacamento.
– ¿Se acercó alguna autoridad en todas estas horas?
– Ninguna, estamos como abandonados.
