Bichos raros
Editorial QUÉ, en la radio
Hay personas que son una obra de arte en sí mismas. No necesitan más que ser, que respirar, que actuar como actúan siempre. No son muchas, de hecho, no son suficientes, pero ahí están y hacen una diferencia imperceptible y a la vez significativa.
Reconocerlas no es tan difícil, suelen silbar mientras caminan. Saludan a las personas aunque no las conozcan, dicen por favor, gracias y llevan monedas de más para darle a los chicos de la calle cuando les piden.
Tienen una forma de ver las cosas como podrían ser y no como son y parecen haberse vacunado contra todo tipo de cinismo contemporáneo. Lloran en todas las películas y no se preocupan por cosas sin importancia, como el dólar blue, Lanata o cuántas cadenas nacionales hizo la presidenta en la semana.
No son superhéroes, no salvan a la gente ni sacrifican su vida. Van por ahí, sin hacerle mal a nadie y eso parece mucho en un mundo que no cambia, pero podría.
