Invitados de lujo
Editorial QUÉ, en la radio
Saquemos los mejores cubiertos, la plata, los cristales. Tenemos invitados de lujo en el país que vienen del norte y tenemos que quedar bien, muy bien.
Sirvamos las mejores comidas, gastemos todo, todo lo que hay y lo que no hay para que se sientan bien, para que se sientan como en casa. Abundancia, si algo tenemos en este país es abundancia para los pocos que pueden pagarla.
Hagamos un perímetro, no tanto por seguridad sino por estética, que nuestros invitados no quieren ver nuestro desorden. Tiremos todo en el cuarto del fondo: las villas, los pobres, los desocupados, el descontento; todo al fondo, todo tapado.
Celebremos que el invitado trae una limusina mejor armada que un tanque. Celebremos que en el año que nos abrimos al mundo parpadeando unos ojos celestes, el mundo viene a nosotros con una sonrisa falsa.
Atendamos al invitado de lujo, mientras a los nuestros los dejamos postergados un día más, una semana más, una vida más. Seamos buenos anfitriones, claro, si algo siempre hemos sido es buenos anfitriones con esos que ni siquiera nos invitan a su casas.
Ahora que nos abrimos de piernas al mundo, el mundo viene a nosotros. Viene y se va rápido.
