Problemas de familia
Resumen de la semana | QUÉ, en la radio
Dicen que no existe la familia perfecta. Dicen también que cada familia es un mundo y dicen que cada mundo tiene sus propios problemas. A Mar del Plata hace tiempo no le va bien; anda cabizbaja, está distraída, desenfocada, preocupada, resentida y algo aturdida. Dicen que las cosas no andan bien en su familia y que mantiene una conflictiva relación con varios parientes cercanos.
Discusiones sobre política, la grieta sentada en los almuerzos de la mesa de Mar del Plata. Una diferencia religiosa, un comentario machista, un mal paso o un desentendimiento sobre la pasión por el fútbol y sus clubes. Algo pasó, algo se quebró en algún momento y le recomiendan urgente hacer terapia familiar.
La cosa es sencilla, pero una vez más, cada familia es un mundo y estar dentro no es fácil. Mar del Plata tiene otra vez problemas con su tío guardavidas, está enojada con el primo docente, no se habla con el sobrino que trabaja en la fábrica y bloqueó en Whatsapp al cuñado que está por cerrar su negocio por la crisis.
Hace poco lo visitó su padre adoptivo y prácticamente no cruzaron palabras. Le habló tres minutos y desató bronca y más lágrimas. Horas después, en una insólita coincidencia, apareció el primer rastro de los 44 familiares lejanos que están desaparecidos hace un año, pero Mar del Plata todavía espera explicaciones por semejante extravío y tamaña casualidad. Los parientes del interior también están involucrados y exigen saber la verdad.
La relación está difícil, igual que con la madre adoptiva, que visitó la casa de Mar del Plata y la intentó adornar con unos cupones de descuento para que disfrute el verano. Mar del Plata le pidió trabajo y poder ir a la escuela en condiciones. Ella le pidió que de una vez se saque el piloto que ridiculiza a la familia y que deje de emplear frases póstumas que ensucian el futuro del diario familiar.
Los hijos también le hacen reproches todo el tiempo. Que no les alcanza el sueldo, que tienen hambre, que la luz está imposible y que se indigestan con la factura de gas. Le dicen una y otra vez que Mar del Plata votó mal y que no aprende a cambiar para bien. Ni los Campanelli ni los Benvenuto andaban con tantos problemas e igual se sentaban en la misma mesa, porque al final, lo primero siempre es la familia.
A dos tíos los van a interpelar por faltarle el respeto al primo docente. El cuñado municipal también anda con problemas y se fue de la casa para dormir en una carpa en el patio. Mamá anda desesperada porque se vienen las fiestas y encuentra a la familia más desunida que nunca. El papá adoptivo solo piensa en volver a irse de vacaciones.
Mar del Plata no tiene una familia perfecta. Nunca la tuvo, pero en estos años la relación se tensó al máximo. Ya no hay asados en familia ni cumpleaños, ni fiestas de fin de año donde se sienten todos en la misma mesa. Cada cual sale a tocar timbre por su cuenta jugando a que se Halloween todo el año, pero sin disfraz, ni dulce ni truco.
Mar del Plata se siente distanciada de su familia. Encima el yerno médico y la nuera enfermera le hace reproches, la prima calle tiene el rostro lleno de pozos y el abuelo clima no deja de llorar por la desunión familiar. El cuñado está ahogado por las deudas porque el negocio no camina y al sobrino en cualquier momento lo echan de la fábrica.
Pensó que metiendo en su trabajo a su hijo, a su yerno, a su mujer, a su hija y a algunos amigos de la familia la relación mejoraría, pero no. Pensó que pidiéndole plata al padre saldría adelante, pero papá detesta que le pidan dinero, y por ahora mamá la deja quedarse con el vuelto cuando la manda a hacer los mandados.
Mar del Plata piensa en diciembre y se come las uñas. La familia está desanimada, distanciada y desaprendida. Cada familia es un mundo y Mar del Plata ya tiene bastante.
Se está quedando sola, pobre y sin mesa de Navidad. Le resta esperar que en diciembre la familia se termine agarrar a las trompadas otra vez para saldar viejas deudas hasta ponerse de acuerdo, pero a Mar del Plata no le gusta ni quiere la violencia ni el desprecio. Entonces no sabe qué hacer y sale abrigada, con frío y nada más porque está barato, a hacer una larga cola para saborear un cuarto de helado a mitad de precio, mientras en la familia sigue faltando saber qué pasó con sus 44 parientes lejanos y qué necesidad hay para desalojar de su casa a la memoria.
