Domingo 12 de mayo | Mar del Plata
11/09/2015

Escuela vespertina, prohibido excluir

Eduardo Ferrer está al frente de la Escuela N° 5 “Nicolás Avellaneda”, que busca incluir y darle un espacio de contención a menores insertos en el mercado laboral y a futbolistas de las divisiones inferiores de clubes de la ciudad.

Escuela vespertina, prohibido excluir
(Foto: QUÉ Digital)

La Escuela N° 5 “Nicolás Avellaneda” es la primera de las cuatro vespertinas que funcionan en Mar del Plata. Más de 500 alumnos, muchos de ellos jugadores de las divisiones inferiores de Aldosivi y varios que trabajan principalmente como fileteros en el Puerto, concurren a la institución que tiene al frente como director desde hace ocho años a Eduardo Ferrer.

Nació en Tandil, vivió en Mar del Ajó y luego se radicó en Mar del Plata. Descubrió primero su vocación por el periodismo pero después, tal vez por “una cuestión genética”, estudió profesorado de historia y siguió el camino que antes ya habían elegido sus padres: la docencia. Está convencido de que la escuela que dirige es “muy distinta a cualquier otra” y remarca que “los pibes que laburan y a la noche vienen a estudiar o los que entrenan al mediodía y pese a que su prioridad es la pelota valoran el estudio es lo más valioso” de la institución.

“Cuando yo entré había 150 alumnos en la vespertina. Hoy hay 520. Prefiero que el chico esté acá adentro antes que en la calle, con todo el riesgo que eso implica”, aseguró.

Adolescentes que son madres y padres, chicos de entre 14 y 18 años que van al Puerto a la madrugada para trabajar y jóvenes que se sacrifican con el sueño de ser destacados futbolistas son parte de la realidad que presenta el alumnado de este establecimiento ubicado en Entre Ríos y Avellaneda.

“Con el ingreso de los menores al mercado laboral la escuela vespertina se conviritó en un lugar para los chicos que trabajan, es duro, pero es una realidad. A los chicos que entrenan (hay 87 que juegan en las inferiores de Aldosivi) les permito que merienden cuando llegan y buscamos que sigan estudiando”, explicó y luego reconoció: “Después hay cuestiones más estrictas, como el tema de la marihuana: que no fumen adentro de la escuela, ni en la puerta, ni en la manzana, que no entren fumados. El tema está en una abierta discusión pública pero hay que ver cuáles son los riesgos de las adicciones”.

El intercambio cultural, un programa para jóvenes hipoacusicos, el incentivo para participar en torneos intercolegiales y la concepción de la escuela y del docente como ejes de transformación social para acortar todo tipo de diferencias que dañen, también son parte de esta escuela, a la cual Eduardo afirma sentirse “orgulloso” de pertenecer.

Frente a un contexto social que muchas veces se presenta hostil fuera de las aulas, adentro el esfuerzo y el trabajo del equipo docente va en la dirección contraria. “Si algo tiene que hacer la escuela es incluir”, dice y advierte que para lograr ese objetivo apela precisamente a la pasión que antecedió a su vocación por la docencia, la comunicación. Al encontrar esa frecuencia, dice, “todo se transforma”.

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11/09/2015