Domingo 28 de abril | Mar del Plata
11/09/2015

Escuela rural: un puente cultural

Claudia Alsina y Laura Giménez están al frente de la Escuela Primaria N°46, en la zona agraria de Sierra de los Padres, donde el 90% de los alumnos es de cultura boliviana. Su tarea logra incluir y quebrar las barreras sociales que separan al campo de la ciudad.

Escuela rural: un puente cultural
(Foto: QUÉ Digital)

Algo más que una ruta separa al campo de la ciudad. Detrás de Sierra de los Padres, donde muchas veces se postergan las respuestas institucionales, Claudia Alsina y Laura Giménez están al frente de la única escuela rural de la zona. Muchos de los chicos deben caminar varios kilómetros para llegar. Pero el destino, la Escuela Primaria N° 46, vale la pena gracias al sacrificio diario de las docentes: “Cuando venís, no te querés ir más”.

Unos 300 alumnos de primaria y otros 200 de secundaria, el 90% de ellos de cultura boliviana, llenan todos los días las aulas del establecimiento. “La interculturalidad se trabaja desde el propio diseño curricular, porque en esta escuela donde todo cuesta el triple, el pilar es el proyecto educativo a través del equipo de trabajo“, contaron las docentes.

El nexo cultural que la escuela, a través de sus docentes, crea en la comunidad es el reflejo de la responsabilidad extra que tiene una escuela rural: “Para los pibes que vienen acá, el docente es la única oportunidad. Si no les enseñás, les jorobás la vida. Ahí está la responsabilidad y tal vez eso tenga algo de revolucionario”.

Claudia y Laura se conocieron luego de desempeñarse en diferentes establecimientos, pero encontraron en la que hace cuatros años dirigen una calidez humana en los chicos que las atrapó. Desde allí lograron despertar nuevas inquietudes y abrir las mentes de los niños de esta zona agraria, como así también hacer partícipes a sus padres para incluirlos y resignificar la razón de ser.

Los poco más de 20 kilómetros que separan a Mar del Plata de esta escuela son un obstáculo burocrático. “Si no pataleás las cosas no llegan, todo cuesta más. La portera pintó el patio, impulsamos actividades para incluir a la comunidad, abrimos la escuela para que salga del aula. Pero nosotros decimos que los padres deben reclamar, es su derecho. La educación sirve para entrar desde otro lugar y eso se replica, se contagia”, explicaron.

Donde la conectividad todavía no llega y la realidad sociocultural difiere a la de la ciudad, allí están ellas para lograr “quiebres pedagógicos”, romper la discriminación y esforzarse para que enseñar sea un arte. “Siempre creí que cuando uno accede al arte accede en realidad a una formación subjetiva muy profunda”, dijo Claudia, quien tras dar largas muestras de un trabajo vocacional admirable por parte del equipo docente que se sacrifica para incluir a quienes muchas veces la sociedad margina, dejó en claro que sabe muy bien qué tiene de diferente ésta escuela: “A nosotras”.

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11/09/2015