Continúa el acampe y bloqueo en Apolo Fish: “Vamos a seguir firmes”
Las mujeres despedidas por la planta pesquera continúan bloqueando los ingresos a la espera de ser reincorporadas o recibir una indemnización acorde.
Las mujeres despedidas de la planta Apolo Fish pasarán la segunda noche acampando frente a los ingresos de la pesquera portuaria a la espera de obtener una reincorporación “en blanco” o en su defecto una indemnización acorde por parte de la patronal. “Vamos a seguir firmes”, aseguraron quienes además bloquean la salida y entrada de camiones.
Desde el martes por la tarde, la protesta que llevaron adelante en el ingreso de la planta se transformó en un acampe que, con el asesoramiento legal del Espacio Sindical de Base, se mantiene en paralelo a las negociaciones para obtener reincorporaciones en condiciones dignas de trabajo o un resarcimiento acorde.
Por el momento, no se dio ninguna de las dos opciones: tras la módica suma indemnizatoria de diez mil pesos ofrecida por la patronal, en las últimas horas la propuesta solo duplicó su valor y pasó a ser de 20 mil pesos, también rechazada por las siete trabajadoras que siguen en lucha.
Cabe recordar, el pasado 9 de febrero 18 mujeres fueron despedidas de la planta en la que trabajaban 15 horas por día para contratar, en su lugar, a una cooperativa bajo el aval del Sindicato Obrero de la Industria del Pescado (SOIP).
Una de las trabajadores desistió de realizar medidas medidas de fuerza mientras que otras diez, tras las protestas, fueron reincorporadas bajo el ala de la “cooperativa”, el modo de relación laboral que suelen elegir las plantas portuarias para facilitar la contratación y, además, evadir responsabilidades de toda relación de dependencia laboral. Quienes siguen en lucha son otras siete mujeres, quienes hasta el 9 de febrero trabajaban 15 horas -de 2 a 17- y sin estar debidamente regularizadas.
El conflicto, que tiene la particularidad que involucra solamente a mujeres, está atravesado por distintas aristas que además llevan al desgaste que genera una medida de este tipo. Por un lado, es una muestra más de la precariedad laboral que ofrece el Puerto de Mar del Plata, sin signos de querer cambiarla por parte de los representantes gremiales -tampoco así de autoridades políticas- y con ello la facilidad para desechar mano de obra que ostentan las patronales.
Por otro lado, al tratarse de mujeres, también está atravesado por la cuestión de género: muchas de ellas jefas de hogar que deben permanecer durante horas en la calle, frente al cuestionamiento de sus familias por el peligro que ello conlleva y, además, por el temor a no volver a conseguir un trabajo en el sector por encabezar una lucha por mejores condiciones laborales.
