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La llama de la memoria, a seis años del hundimiento del Rigel

Familiares y compañeros realizaron una vigilia en un nuevo aniversario del naufragio que dejó a ocho trabajadores desaparecidos y un legado de lucha contra la impunidad.

A pesar de un pronóstico poco alentador, las familias llegaron temprano, se instalaron alrededor del monumento que recuerda a los tripulantes desaparecidos del buque pesquero Rigel y, como cada año, se pusieron manos a la obra para dejarlo en condiciones como parte de una vigilia hasta el momento exacto del aniversario del naufragio. En el centro, la bandera con las caras de los trabajadores víctimas de la precariedad laboral y, al pie, familiares que luchan, se acompañan pero, sobre todo, mantienen viva la llama de la memoria a seis años del día que cambió sus vidas para siempre.

Rosa y Carlos, madre y hermano de Luciano Mieres, viajaron 18 horas desde su Corrientes natal, allí desde donde muchos marineros llegan al puerto marplatense para embarcarse cada temporada. Más allá de la distancia, ambos querían estar presentes y compartir el homenaje junto a quienes desde hace seis años se transformaron en su segunda familia. Y querían estar, también, a metros de donde Luciano se embarcó por última vez el 6 de junio de 2018.

Estela y Silvia, la madre de Jonatan Amadeo y la compañera de lucha de los Amadeo y ladera de los Navarrete Godoy, preparan mientras tanto, en uno de los gazebos montados en el lugar, el mate necesario para soportar tantas horas de brisa marítima y niebla portuaria.

Y Hugo, padre de Jonatan y uno de los pilares de la lucha de los familiares, es quien va de acá para allá junto a familiares y amigos para que quede todo listo para la hora indicada: las 23.04.

Entre el encendido de las velas, de las antorchas y el izado de la bandera, Hugo habla. Por un lado, se lamenta por las actividades que tuvieron que suspender por el pronóstico pero lo reconforta el simple hecho de estar y poner el cuerpo: “Yo sé que donde estén, los chicos lo están mirando“.

Es que este domingo las familias tenían previsto -también en la Banquina- proyectar el documental “Presentes sin justicia”, un trabajo audiovisual de Martín Zava que retrata la lucha que a lo largo de estos años llevaron adelante los familiares en las calles de Mar del Plata, Buenos Aires e incluso en la Patagonia. Sin embargo, por el pronóstico adverso solo se realizará el habitual acto conmemorativo de los familiares y allegados en el espacio reservado a las víctimas del naufragio en el paseo turístico.

En los últimos minutos de las 22, entre todos van prendiendo las velas y la vigilia va llegando a sus momentos claves: se acerca la hora en que seis años atrás empezó su lucha y cuando además la vida para nueve familias dio un giro inesperado.

Hugo mira su reloj, sabe que es momento de encender las antorchas que aportarán la luz definitiva contra la niebla, y decide hablar ante quienes lo acompañan en el homenaje. “Ni siquiera tenemos la certeza del horario del naufragio“, suelta como parte de sus palabras.

Es que la vigilia que hacen todos los años -el año pasado fue en Camarones, puerto al que el buque nunca pudo regresar- tiene dos momentos clave. Por un lado las 23.04, el horario en el que según la Armada se encendió el sistema de emergencia de posicionamiento global de la radiobaliza EPIRB.

¿El otro? La 1.48 del día siguiente, el horario establecido por Prefectura para ese aviso de naufragio, una diferencia horaria que desde los primeros días, para los familiares resulta tan llamativa como determinante al momento de las posibilidades de éxito del operativo de búsqueda y rescate en las frías aguas patagónicas, donde cada segundo cuenta.

Se hacen las 23.04. Hay quienes miran al cielo, quienes eligen mirar al mar y otros, como Hugo, que se paran frente a las caras y los nombres de los chicos en las banderas, y los mira fijo, como haciéndoles saber que a pesar de los años, las dificultades y el camino recorrido, acá todavía hay quienes no los olvidan, mucho menos un 9 de junio.

Y también, para decirles que acá están quienes siguen buscando justicia, los que piden que se investiguen las causas que llevaron a que el barco se vaya a pique y lo que sucedió en sus últimas horas, con arreglos de último momento en el puerto de Mar del Plata, aunque el juez a cargo de la causa, Gustavo Lleral, mantenga las actuaciones paralizadas al punto tal de que el temor al cierre de la causa es una realidad que también sobrevuela.

Y también está el abrazo. El sentirse unidos y contenidos a pesar del paso del tiempo. Y alrededor de ese abrazo de Hugo y Estela, la llama de la lucha, la del amor, pero también la llama de la dignidad para los trabajadores embarcados y la llama contra la impunidad. La llama de un precedente que, si no se llega desde la Justicia (como hasta ahora no lo hizo para ningún hundimiento), sin dudas ya quedó establecido en el ejemplo de lucha y entereza que hace seis años los caracteriza.

Por eso, pase lo que pase con la búsqueda de justicia, para Hugo este presente de su lucha se puede resumir a una frase: la memoria “siempre va a estar presente”.

EL HUNDIMIENTO DEL RIGEL

El Rigel, buque de 50 años perteneciente la empresa Pesca Nueva SA, se hundió un año después que el Repunte y meses después que el submarino ARA San Juan. Fue el 9 de junio de 2018, tres días después de haber zarpado. Naufragó con los trabajadores Jonatan Amadeo, Luciano Mieres, Rodrigo Sanita, Cristian Osorio, Rodrigo Blanco, Nahuel Navarrete Godoy, Daniel Rodríguez y Fabián Rodríguez a bordo.

Solo hallaron el cuerpo del capitán y uno de los dueños del buque, Salvador Taliercio, y el casco fue localizado recién tras 23 días de búsqueda frente a las costas de Rawson, a 93 metros de profundidad.

Desde entonces sus familiares llevaron adelante una incansable lucha primero para la recuperación de los cuerpos de los trabajadores, que incluso contó con una manda judicial ordenando al gobierno que “bajen los buzos” y se realicen pericias, manda que fue incumplida sistemáticamente y por los sucesivos gobiernos de distintos colores político partidarios que dilataron el financiamiento del operativo.

En paralelo se organizaron por la búsqueda de justicia, especialmente en lo que respecta a las condiciones en las que se hundió el buque -para lo cual las pericias del operativo subacuático son claves- y la posible responsabilidad de los seis prefectos que estaban de guardia el día de la zarpada del Rigel, como también las dudas en lo que hace al operativo de búsqueda y rescate.