Martes 30 de abril | Mar del Plata
22/01/2015

Marihuana medicinal, una alternativa científica en discusión

Marcelo Morante es médico e investigador de métodos alternativos en base a cannabinoides. Mientras avanza con el apoyo de la Facultad de Medicina de La Plata, trabaja con marplatenses que evalúan su uso frente a cuadros de epilepsia.

Marihuana medicinal, una alternativa científica en discusión

Marcelo Morante es un médico y profesor de la Facultad de La Plata que fue nombrado investigador extranjero del Consorcio Canadiense para la Investigación de los Cannabinoides, un organismo estatal que investiga el uso medicinal de la marihuana. Hoy es uno de los pocos profesionales en Argentina que avanza sobre el tema. Y hay algo que lo vincula con Mar del Plata: meses atrás se encontró con un grupo de trabajo y de madres de niños epilépticos que evaluan cuál puede ser el uso de los cannabinoides en esa enfermedad.

“Mientras el mundo discute políticas internacionales de ley de drogas hay madres que ven convulsionar a sus hijos más de 50 veces por día”, dijo el profesor en QUÉ, en la radio y completó: “Uno entiende que estén prohibidas y perseguidas las conductas del narcotráfico, pero está claro que la investigación médica debe avanzar”.

Morante se metió de lleno en el tema luego de ver el dolor que sufría su hermana con las convulsiones. Desde ahí se propuso avanzar y el año pasado fue nombrado en Canadá investigador médico extranjero para el estudio de los cannabinoides. Ahora trabaja con el apoyo de la Facultad de Medicina de La Plata y espera poder desarrollar su investigación en los próximos dos años. El obstáculo principal es la falta de un marco legal que le permita mayor desarrollo.

– ¿Por qué arrancaste a investigar el uso del cannabis en la medicina?

– La iniciativa tiene dos patas. Una fue una situación personal de una enfermedad de mi hermana médica con convulsiones refractarias, en búsqueda de una respuesta desde el dolor que me generaba que mi hermana convulsionaba y no podíamos encontrar un medicamento que detuviera ese proceso. Y, por otro lado, es que más allá de ser un médico de 20 años de experiencia también soy profesor y en este paradigma de ver cómo seguimos educando a nuevos médicos me pareció que era una oportunidad ideal de buscar una molécula controversial que pueda parar el dolor y el sufrimiento.

– ¿Cómo fue llegar a contar con el apoyo de la Facultad de Medicina de La Plata?

– Yo estaba involucrado en un proyecto que es un área de investigación de Medicina del Dolor de la Facultad y me pareció que debía desafiar el tema, por complicado que pareciera, en búsqueda de una herramienta que pudiera aportar un poco más que las ya utilizadas.

-¿Hace cuánto que empezó la investigación?

– Todo comenzó en 2014 cuando viajé a Canadá y a partir de ahí empezamos con esta situación dentro de la Facultad de Medicina de intentar en una primera etapa, hasta que haya regulación, en el marco de la educación médica tratando de establecer talleres de educación a los médicos y a la comunidad y posteriormente, cuando esté la regulación, poder comenzar con los ensayos clínicos. Canadá me apoyó mucho y vamos a tratar de realizar el primer ensayo clínico en 2015.

– ¿Fue difícil llegar a tener el respaldo de la Facultad?

– Si, hasta que vino un profesor canadiense, Mark Ware, en octubre del año pasado y clarificó el tema de los 30 años de investigación y de los 15 de regulación que existe en Canadá con respecto a la marihuana. Este es un tema tabú en el que la sociedad médica también fue alcanzada por esta política proteccionista y se estableció un silencio médico. Uno  puede entender que estén prohibidas y perseguidas las conductas del narcotráfico, pero está claro que la investigación médica debe avanzar y no aplicarle ningún tipo de moralidad y prejuicio a lo que pueden ser herramientas terapéuticas.

¿Qué beneficios tienen los cannabinoides en los dolores?

– Está claro que uno de lo debe acotar al dolor, pero fue en el dolor donde aparecieron las primeras regulaciones. En el año 1999 Canadá autoriza a los médicos a empezar esta investigación, encabezada por Mark Ware.  En aquel momento se usaba básicamente en el dolor oncológico, que ya es refractario a todo tipo de medicación y lo que hacían era acompañar un ‘buen morir’. Y a medida que fueron utilizando este tipo de sustancias vieron que impactaba no solo en el dolor, sino en la constitución del sueño, en el apetito, el humor, la ansiedad. Empezaron a ver que tenían en sus manos una molécula que hacía un tratamiento integral que podía aportar un poco más en la calidad de vida. Sabemos que hoy predominan las enfermedades crónicas, a las cuales nos tenemos que acercar a los pacientes no con intenciones curativas sino para paliar síntomas que los haga vivir mejor, y esta parece una buena estrategia para hacer frente a esta situación.

– Este trabajo también te acercó a una realidad de Mar del Plata ¿Cómo fue?

– Cuando fui a Mar del Plata a escuchar las charlas de los profesionales estadounidenses en Uruguay encontré un grupo de trabajo y de madres con niños epilépticos que se acercaban de alguna forma a evaluar cuál podría ser el uso del cannabis en esta epilepsia refractaria. Hay un grupo de gente trabajando en este tema con mucha seriedad y por eso decidí acompañarlos y evaluar cuál sería el camino a recorrer para que en los próximos ensayos clínicos estos pacientes pudieran ingresar y acceder a la medicación.

-¿Qué destacás del proceso hasta este momento?

– En este tiempo de investigación como profesor lo que fui teniendo fue una modificación en cuanto a lo que es el dolor de las patologías  no resueltas. Lo que me parecía interesante en un momento porque era una droga, controversial y por lo político y lo polémico, pasó hoy en día a ser una necesidad de intentar dar respuesta a esta gente que está tocando diferentes puertas políticas y de investigación para ver qué solución dar a niños que convulsionan 50 veces por día. O sea, pasé de un interés un poco académico y de investigación a un interés básicamente asistencial y de dolor a partir de estas madres que recorren distintos caminos para ver cómo puede acercarse a este tipo de moléculas y ver cómo pueden poner calma a tanto dolor.

– ¿El avance de la investigación de qué depende?

– El escenario para poder romper con cierto prejuicio y  tabú es poder darle un marco académico y por eso agradezco el apoyo de mi facultad. Ahí se acaba un poco la desinformación y la moralidad para discutir realmente que el centro del problema está en el dolor de los pacientes y que no podemos perder una herramienta tan válida. Pero hoy por hoy no tenemos el marco regulatorio. En Canadá ya la están utilizando médicamente como corresponde. Y acá entramos en el marco de la ilegalidad. Estas moléculas si tienen algo que las vuelven diferentes es que la única forma que se van a promocionar o que van a aparecer en el mercado es que los mismos pacientes generen la discusión. Acá no hay que discutir otro tipo de intereses que no sea rápidamente darles una respuesta o solución a estas madres que buscan desesperadamente una molécula que haga que sus hijos no convulsionen. Eso creo que es lo diferente de estas moléculas: que mientras el mundo discute políticas internacionales de ley de drogas o cómo modificarla o qué pasó con el prohibicionismo, el narcotráfico y el fracaso de otras leyes, acá estamos hablando de madres que ven convulsionar a sus hijos más de 50 veces por día. Entonces creo que ahí está la respuesta médica.

– ¿Cómo ves el marco para que hoy se produzca esa discusión en el país?

-He caminado comunidades que parecerían con más prejuicios y uno ve que hay una respuesta mucho más positiva de lo que pensamos. Creo que es un prejuicio instalado y falta de información que hace que la gente tenga rechazo a la medicación. Pero en cualquier familia que haya estado involucrada con un paciente con un dolor refractario, esto es muy claro. No debemos subestimar a la gente, tiene una respuesta muy positiva en cuanto a si hay una herramienta nueva para paliar el dolor.
En cuanto a la judicial y político estoy convencido que si el marco que le damos a este tema es la Facultad de Medicina y convocamos a los profesionales y pacientes creo que vamos a poder aprovechar lo que hizo Uruguay y rápidamente tendríamos que estar en una regulación médica.

– ¿Cuánto tiempo se necesita para la investigación?

– Intentamos reproducir un ensayo que se hizo en Canadá en 2010. Y la idea es hacerlo en los próximos dos años. La dificultad es todo el trámite que se presenta hacer hoy en torno a una droga prohibida. Pero como son investigaciones que vamos a reproducir con mucha base bibliográfica, que es la canadiense, va a ser muy positivo y creo que Argentina va a encaminar la solución del problema y vamos a sentar precedente en cuanto a esto.

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22/01/2015