La araña y las moscas
Editorial QUÉ, en la radio
Hay una mosca atrapada en una telaraña. Mueve sus alas, pero no puede escapar, su zumbido es desesperante, cayó en una trampa, recién ahora lo sabe. Está enredada, tan enredada que no le queda otra que rendirse, resignarse y que le coman la cabeza las arañas, que luego se volverán a esconder a la espera de que salga otra mosca de la mugre, engañarla y volver a empezar.
En Mar del Plata tenemos al menos una araña y tantas moscas que es imposible contarlas. Revolotean alrededor de la mugre, la quieren, la desean, la necesitan. Y la araña las engatuza a todas por igual con una oferta simple: enseñarles cómo volar para que nadie los mate con un diario enrollado, con EL diario enrollado.
Cuando la mosca no queda atrapada alguien le pega con el diario enrollado y el zumbido esta vez nadie sabe si es molesto porque nadie lo escucha.
La araña se relame, tiene las telarañas tejidas en todas partes y sabe, lo sabe, que en esta ciudad es imposible ser mosca y no quedar atrapado.
