Pitufos
Editorial QUÉ, en la radio
Al final habíamos fracasado, todos. La sociedad se había quebrado, las escuelas no habían educado, las familias se habían desarmado, desaparecido, extinguido.
Nadie quiso admitir bien cómo fue que la sociedad fracasó. Tal vez empezó a fracasar con esa idea tan derechoza de imputar y meter en cana a recién nacidos, porque nacían ya con algún pecado original
Tal vez el principio del fin fue otro, más simple, más cotidiano: que el progresismo no quiso ver, que no quiso admitir que no había igualdad cuando se dieron cuenta que los chicos de las villas en vez de juntar figuritas coleccionaban fotos de entradas a la cárcel, un álbum imposible de llenar.
Y entonces se fue todo al carajo. Algunos contarán que hubo crisis, tarifazo, fondos buitres, Lázaro, Superman, Mauri, lo que sea. Pero entonces se fue todo el carajo en serio y para combatir eso un tipo empezó a reclutar chicos, chicos chiquitos para hacerlos policías.
Había cierta lógica, decían que los narcos tenían soldaditos, pibitos armados que los defendían. “Combatir el fuego con fuego”, habrá dicho uno que reclutó a chicos para hacerlos policías. Y entonces se fue todo al carajo, cuando un chico de la Policía infantil aceptó el primer soborno, regenteó a su primera puta, mató por la espalda a su primer morochito por las dudas, se quedó por primera vez con una parte de la droga incautada.
Sí, ahí fue cuando se fue todo al carajo.
