Base Naval: llanto, gritos y desolación
Pasadas las 11 de este jueves la relativa tranquilidad que reinaba hacía ocho días se rompió ante el anuncio de la explosión en el submarino. Ambulancias, ingresos y egresos permanentes y reiterados pedidos a la prensa de respetar el dolor.
El octavo día de permanencia de los familiares de los tripulantes del submarino ARA “San Juan” en la Base Naval fue muy distinto a los anteriores. Antes de las 11 de la mañana comenzaron a recibir la comunicación oficial de la explosión sucedida sólo horas después de haber perdido contacto. Sin embargo, la comunicación de las autoridades no pudo terminar: el llanto, los gritos y los cuestionamientos invadieron la dependencia. Desde afuera, a lo lejos y en la entrada, la tensión empezó a advertirse con ambulancias que salían de emergencia y con familiares que empezaban a salir al grito de “los mataron”.
Fue alrededor de las 11.15 cuando desde la entrada a la Base Naval se empezaron a ver llantos, abrazos y ambulancias que asistían a los familiares en uno de los edificios donde les acababan de leer el parte de situación. Mientras tanto, todos los periodistas de la ciudad, el país y el mundo rodeaban los móviles para escuchar al vocero de la Armada, Enrique Balbi, que daba a conocer desde Capital Federal el parte que minutos antes habían escuchado las familias y que confirmaba lo que los grandes medios en base a fuentes gubernamentales ya habían informado: el registro de una explosión en el submarino.
Algunos minutos después de la partida de una ambulancia, salió de la Base Naval el primer auto con familiares. Desde su interior y ante una maraña de periodistas, cámaras y algunos efectivos se escuchó: “Digan que son unos hijos de puta, mataron a mi hermano”.
Mientras las salidas comenzaban a sucederse, apareció en una de las puertas de la Base Itatí Leguizamón, pareja de Germán Suárez, uno de los submarinistas. “No nos dijeron que están muertos, pero es una suposición lógica”, dijo en primera instancia, luego cuestionó “cómo van a saber esto recién ahora”, afirmó que les dijeron que “van a seguir buscando” y se lamentó: “No te dicen si están vivos o muertos, son unos desgraciados”.
Itatí siguió hablando largos minutos con cada uno de los medios y contó cómo fue el momento en que les informaron acerca del estado de situación. Así, explicó que el jefe de la Base Naval Mar del Plata, Gabriel González, empezó a leer el parte, pero no puedo terminar con su tarea: lo interrumpieron gritos y algunos empujones.
A medida que pasaron los minutos y mientras aumentaba la presencia de efectivos de la Armada en la zona de ingreso, continuamente fueron saliendo y entrando familiares y allegados. Ante cada movimiento, los medios intentaron arrebatarle una declaración a cualquier familiar, a pesar de estar sumamente conmocionados. Uno de ellos, incluso, llegó a tirar al piso un micrófono al grito de “respeten el dolor”.
Mientras tanto, en la entrada se fueron apostando algunas personas a quienes los policías les impedían el paso y constantemente “custodiaban” la entrada y salida de familiares ante los medios, que por momentos se transformaban en obstáculos a saltear entre llanto, algunos gritos y desolación.
