Hombre encadenado: citaron a su mujer y podrían operarla
Luego de atarse con una cadena a la Municipalidad para defender la salud de su esposa, quien sufrió una triple fractura al bajar del colectivo, Horacio fue citado por médicos del HIGA para analizar la programación de la intervención.
Horacio Alberto Martín tuvo que encadenarse en la Municipalidad para, al menos, acercarse a la posibilidad de que su mujer pueda ser operada. En las últimas horas, tras exponerse públicamente, recibió un llamado del Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA) a través del cual lo citaron el miércoles para analizar la programación de la intervención quirúrgica que necesita su esposa, quien sufrió una triple fractura en su tobillo al bajar de un colectivo, diez meses atrás.
“Me llamaron del HIGA. Me dijeron que me tengo que presentar con mi esposa. Ahora hay que esperar a ver qué pasa y si hay voluntad”, dijo Horacio en diálogo con QUÉ.
En el Día de la Mujer, el hombre decidió encadenarse en el acceso por la avenida Luro a la Municipalidad de General Pueyrrredon a la espera de un encuentro con el secretario de Desarrollo Social, Martín Aiello. El funcionario “nunca llegó”, pero luego le avisaron que tal vez el secretario de Salud de la Comuna, Alejandro Cristaldi, podría recibirlo.
Horacio aguardó durante unas siete horas con su torso desnudo atado con una cadena a la reja de la puerta del Municipio. “Lo hice por mi mujer, porque ya no sé qué más hacer para que alguien la ayude”, expresó.
Luego de esta exposición, llegó el llamado que después de diez meses de espera, reaviva la ilusión de este matrimonio. El miércoles Horacio deberá presentarse junto a su mujer en el primer piso del HIGA, donde le informarán si hay posibilidades de operarla y a partir de allí se programaría la intervención.
“Yo entiendo la falta de insumos, que están colapsados los hospitales y conozco la situación de crisis que está pasando la salud, pero mi mujer necesita que la operen porque no puede más”, añadió Horacio, quien no lamentó haber tenido que llegar al extremo de decidir encadenarse para que alguien lo escuche: “Yo amo a mi mujer y lo volvería a hacer”.
