Viernes 03 de mayo | Mar del Plata
16/02/2016

El humor es más que un chiste

Malena Pichot, Charo López, Vanesa Strauch y Ana Carolina pasaron por la ciudad este fin de semana para presentar su espectáculo de stand up Persona. Humor y críticas sociales a través de la mirada de cuatro mujeres.

El humor es más que un chiste
(Foto: Caro Pierri)

Persona es un espectáculo de stand up en el que cuatro comediantes se turnan para tomar la palabra a través de un micrófono y hablar sobre situaciones de la vida cotidiana que molestan. Dicen todo sin prejuicio alguno y ridiculizan prácticas hegemónicas para hacernos reír.

Al poco tiempo de asumir la nueva gestión de gobierno, Malena Pichot publicó para las más de 800 mil personas que la siguen en las redes sociales: “No tengo ninguna intención heroica de hacer humor con la derecha en Twitter. Lo guardamos para el vivo que estamos más a salvo”. Y es que hay temas y temas para reírse y da la sensación de que estas cuatro mujeres viven de cerca del límite que separa la locura de la cordura, lo sexy de lo grotesco, lo inteligente de lo idiota y el chiste correcto de la denuncia política.

La premisa es transformar algo horrible y convertirlo en estúpido; y lo ético es no burlarse de las personas que por su condición desfavorable, han sido siempre víctimas del humor comercial ¿Cuántos chistes misóginos existen sobre el rol que ocupamos las mujeres en la sociedad? ¿Cuántos sobre los negros? ¿Cuántas veces nos reímos de una abuela que confunde el portero con el teléfono? ¿Cómo pudo haber sido gracioso ver como un obrero perdía su único auto por culpa de una supuesta mala maniobra armada tras una cámara oculta?

DECIME DE QUÉ TE REÍS Y TE DIRÉ QUÉ TIPO DE COMEDIANTE SOS 

* Vanesa Strauch ridiculiza la maternidad obligatoria, el fastidio de los actos escolares, la delgadez como parámetro familiar del éxito, la cocaína como tabú insoportable y el modelo de pareja que consumimos a través de las revistas de moda.

* Charo López se burla de las incomodidades que existen en una relación íntima cuando no funciona, de las dificultades para hacer humor cuando hay censura y represión, del significado oculto de la Venus de Milo, de las excusas de la clase media para no practicar la solidaridad, de la sobrevalorización que existe en torno a la educación formal, de la masturbación femenina y de la frivolidad de algunos títulos de los diarios online.

* Malena Pichot critica el vestuario que ella misma eligió, cuestiona como siempre los estereotipos impuestos por la condición de género y clase, insiste en desnaturalizar los actos de violencia machista sobre las mujeres, se espanta por las decisiones de algunas modelos, se ríe de las canciones homosexuales de los barrabravas del fútbol y de la desigualdad social que existe entre hombres y mujeres a la hora de habitar la calle. Para cerrar su número, canta una canción en tres acordes con una guitarra eléctrica rosa. Chupámela dice el estribillo pero con voz melosa.

* Ana Carolina explica cómo se llega a hacer un espectáculo en jogging, ridiculiza la palabra aborto, se queja de la violencia infantil, cuestiona la heteronormatividad y hace culto de la desnudez y la visibilización del culo en un show que, si fuera posible etiquetarlo, se diría que es claramente feminista. Pero no está bien etiquetar. Hay tantas maneras de pensar el feminismo como feministas existen, y de eso ella sabe porque hay una etiqueta que la identifica mejor: Ana Carolina, la lesbiana que camina.

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Es técnicamente imposible describir un stand up. Es tan imposible cómo pretender hacerse una idea real de una película sólo usando palabras que te la cuenten. El monólogo en vivo es presencial. Hay que estar ahí para reírse porque la forma en la que se paran, el tono de voz, el inicio de un gag y el remate necesitan de un tiempo y un espacio determinado. El encuadre para que esto sea posible es el escenario y el público.

Si bien hablan sobre cosas que “a cualquiera le podrían pasar”, no hay lugar para el diálogo. El acuerdo previo es reconocer en ellas esa capacidad de monologuear de corrido sin trabarse, de rescatar aspectos de la vida relevantes, cotidianos y ridículos, de memorizar una secuencia y de llevar un ritmo que dé lugar para que las personas se metan en sus historias y las sientan como propias. La identificación con quien está hablando es lo que hace posible que el stand up funcione y sea bueno.

El humor que hacen es políticamente correcto porque toman posición a favor de las personas que históricamente han sufrido algún tipo de opresión. La risa en sí misma es terapéutica pero además en este caso, las carcajadas que arrancan del público durante todo el show, destraban culpas, complejos y neurosis que llevamos como mochilas pesadas en una sociedad que estandariza la diversidad condenando lo diferente, que revictimiza a las víctimas de la violencia y que busca controlar a toda costa el deseo. Inclusive, el deseo de reírse: ¿De qué te reís? Es una pregunta típica de un sistema opresor.

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Vanesa, Charo, Malena y Ana Carolina terminan diciendo a coro que son putas y tratan de convencernos de que todas las personas de alguna manera lo somos. No importa si tienen razón o no. Lo importante es que te dejan pensando y se las ve seguras con lo que hacen. Estando en vivo están a salvo como dice Pichot. La derecha una vez más, no entendió el chiste.

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16/02/2016