Ese Honorable Concejo
Editorial QUÉ, en la radio
Pasaron horas, varios grupos de chicos caprichosos peleados entre sí no se ponían de acuerdo. Algunos querían pizzas, otros empanadas y otros querían opinar, por las dudas. Pasaron horas y no supieron qué pedir y mataron de hambre a todos los demás.
Pasaron horas en una discusión entre pareja, en la que se sacaron trapitos al sol. Hubo chicanas, chistes, insultos y la certeza absoluta de que todos fueron los infieles. Pasaron horas y la discusión se llevó puestos a todos, también a sus hijos que nunca supieron bien por qué peleaban los grandes.
Pasaron horas, en una discusión entre concejales no se ponían de acuerdo para elegir al presidente del Concejo, al vice y otros puestos más que parece que solo importan porque el otro lo tiene. Pasaron horas y la discusión logró que la sociedad no entendiera, no le importara, se aburriera.
Pasaron horas en todos los relojes, los chicos caprichosos ocuparon las bancas de los concejales, las parejas que discuten ocuparon las bancas de los concejales y hasta los concejales ocuparon las bancas de los concejales. Pasaron horas y el período de sesiones ordinarias fue finalmente abierto, justo para la hora de encargar comida.
Todavía discuten si pedir empanadas o pizza y, de paso, qué hacer con la política de una ciudad.
