Lunes 29 de abril | Mar del Plata
04/11/2014

Soberbia

Por Lucía Sánchez Lucero
(Periodista de Revista Ajo y El Argentino)

Soberbia

El tratamiento del proyecto para implementar la Policía Local en la ciudad trajo un debate al recinto del Concejo Deliberante que, como suele suceder, no tuvo que ver con el fondo de la cuestión. Eso, prácticamente no se discutió.

¿La policía que propone Scioli es brindar seguridad democrática a Mar del Plata? ¿Cómo se evitará que la ciudad tenga un nuevo nicho de corrupción como es la Bonaerense? ¿Los mecanismos de control propuestos por el Intendente serán suficientes o caerán en saco roto como todos los otros?

Son preguntas sin respuesta en el estéril recinto deliberativo, que de deliberación en los últimos años ha tenido poco.

Pero debates hubo, extensos, interminables, tediosos. ¿De qué hablaron? De la soberbia oficialista y su imperiosa necesidad de contar con un voto de un lado, y de la práctica constante de poner palos en la rueda y especular con una mayoría momentánea y por rejunte, del otro.

El proyecto estuvo 4 veces en tratamiento en el recinto. La primera vez volvió a comisión porque el oficialismo se vio desbordado y sin capacidad de negociación ante un bloque que cambió de opinión. Sí, toda una bancada decidió a último momento complicarle la existencia al Gobierno local con evidente regocijo y en cuestión de horas.

La búsqueda de consensos previos a aquella sesión fue nula. La propuesta para crear un cuerpo de policía nuevo de al menos 700 hombres y mujeres llegó al plenario luego de haber pasados, en un mismo día, por dos comisiones distintas y sin análisis alguno. Ni desde el oficialismo ni desde la oposición hubo debate alguno. Ambas partes se limitaron a exponer posturas políticas. Nada más.

Y si alguien se pregunta cómo el oficialismo se animó a convocar a una sesión especial para discutir tamaña iniciativa si no tenía los votos para aprobarla, la respuesta es muy simple: confiaban en que hubiera algunas abstenciones o bien, una ausencia en el recinto para que los 12 votos positivos fuera suficientes. Confiaban y estaba apalabrado que así sucedería. Esto habla a las claras del tipo de oficialismo que tenemos, pero también de la oposición.

Luego vendría el infructuoso trabajo de conseguir no un acuerdo, no una propuesta consensuada para tener la mejor Policía posible –ya que esa era la premisa-, sino un voto. O una abstención. O una ausencia.

El intendente Gustavo Pulti se jactó en las últimas semanas de haber convocado a la oposición a dialogar en su despacho; de haber puesto a disposición de los concejales a sus funcionarios para evacuar dudas y de haber introducido modificaciones al proyecto por pedido del arco opositor.

Hay que recordar que esto llegó tras el rebote en sesión. Si hubiera sido por el jefe comunal, sus concejales y sus funcionarios, la propuesta habría sido aprobada sin todo lo anterior, a libro cerrado, y por la fragilidad de las convicciones opositoras.

Pero alguien descubrió que le daban los números para molestar. Eso fue lo que hizo la oposición: ser una molestia, una piedra en el zapato en las aspiraciones de un jefe comunal acostumbrado a llevarse todo por delante.

El despacho de minoría votado por la UCR, la Agrupación Atlántica y el Frente Renovador dejaba mucho que desear. Ni siquiera se gastaron en estudiar la temática ni en analizar cómo enriquecer una propuesta que para ellos no estaba a la altura de las circunstancias. Concejales que hacen de la queja y de la demagogia punitiva su bandera, no supieron encontrar una alternativa para llevar adelante –porque tenían los votos para hacerlo- más que proponer “hagamos lo que plantea el Gobernador”. Un Gobernador que, dicho sea de paso, es agraviado día a día por estos mismos ediles debido a las fallas en su mandato.

Las conferencias de prensa del jefe comunal fueron un intento por amedrentar al arco opositor con una exhibición pública y falaz, respecto a que éstos serían los responsables de que no hubiera 700 efectivos más en las calles marplatenses. El intendente intentó convencer a los medios –con algunos lo logró- y a través de estos a la ciudadanía, de que el único proyecto en tratamiento era el suyo y que, de no ser votado, la Policía Local no se implementaría en la ciudad. Sólo una mentira que no consiguió más que demostrar desesperación. Una actitud que no tuvo en casi 8 años de gobierno y que lejos de surtir el efecto deseado en la oposición, la envalentonó a mantener su posición.

Luego llegaría el bochorno massista que dejó a sus aliados circunstanciales heridos de gravedad e impotentes ante su propia inoperancia.

El voto del Frente Renovador, más allá de la conveniencia política de su líder local, no será gratuito y en algún momento se develará el acuerdo. No será  un arreglo electoral ni un cambio en las huestes: el intendente dejó en claro que serán rivales en los comicios de 2015.

Por algo la fuerza se había negado a convalidar el despacho de mayoría sistemáticamente durante días, y a último momento, ante una modificación menor, levantó la mano en el recinto para acompañar.

No queda mucho por decir sobre el resultado final de la votación. Ningún bloque se atrevió a votar negativamente la iniciativa. En general, el proyecto fue aprobado por unanimidad, aunque con un último gramo de rebelión simbólica y con la batalla perdida, los opositores rechazaron casi 30 artículos.

El Concejo Deliberante volvió a dar muestras de su poca capacidad de discusión, de su poco interés por el debate de las problemáticas de la ciudad. El recinto y la barra volvieron a estar vacíos y eso debería también decirles algo a los concejales de la ciudad, que en definitiva son nada más y nada menos que los representantes de un pueblo.

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04/11/2014