Jueves 16 de mayo | Mar del Plata
14/11/2015

“Luana tiene la infancia que muchas trans hubieran querido”

Gabriela Mansilla es la mamá de la primera niña trans que obtuvo, tras una larga batalla, un DNI acorde con su identidad de género. De paso por la ciudad, Gabriela contó una historia de lucha, de compromiso y, sobre todo, de mucho amor hacia su hija.

“Luana tiene la infancia que muchas trans hubieran querido”
(Foto: QUÉ Digital)

Con la emoción a flor de piel, y con la certeza de creer en un futuro mejor para su hija, Gabriela relata su historia. Cuenta con lujo de detalles la discriminación, la violencia, los prejuicios, el desconcierto y la falta de sensibilidad que durante años sufrieron tanto ella como Luana, su pequeña hija que hoy tiene ocho años y que en 2013 se convirtió en la primera niña trans en obtener un DNI acorde con su identidad de género.

Gabriela relata la historia de Luana y cuenta su historia, la de su familia, la de una mujer que lucha por darle lo mejor a sus hijos y que, en el camino, se encuentra con un sinfín de preguntas y muy pocas respuestas. Entonces, de su relato surge una única afirmación: el amor de una madre hacia un hijo es lo único que puede romper cualquier tipo de frontera, cualquier tipo de prejuicio.

Luana hoy es una nena de ocho años y vive como tal. Sin embargo, eso no siempre fue así. Gabriela escribió y publicó el libro “Yo nena, yo princesa. Luana la niña que eligió su propio nombre”, una suerte de diario íntimo en el que esta mamá de mellizos cuenta cómo fue el proceso por el que uno de sus hijos, Manuel, dejó de ser Manuel y se convirtió en Lulú, la persona que en definitiva siempre fue.

De paso por Mar del Plata en el marco del Primer Encuentro de Psicoanálisis Implicado, Gabriela se sentó ante el público y contó su lucha. Sobre su libro, admitió que le cuesta leerlo y que no resiste algunas partes. “Hay tanta ignorancia, tanta violencia y cuando me acuerdo lo que me decían los profesionales me cuesta, me duele”, sostuvo, en relación a los inicios de lo que se convertiría en una larga batalla.

Según el relato de esta mamá, Luana comenzó a manifestar su disconformidad con su identidad a los dos años. Sin embargo, no fue hasta los cuatro que ella, como mamá, pudo comprender qué era lo que pasaba. Es que las repuestas con las que se topó inicialmente de nada sirvieron y mientras tanto Luana se manifestaba no solo con palabras, sino con hechos: se le caía el pelo, no podía dormir y se lastimaba.

GABRIELA MANSILLA 01

“Nos decían que tenía un problema emocional, de conducta. Le hicimos estudios, análisis y fuimos a una psicóloga. Esa psicóloga empezó con un tratamiento correctivo, nos decía que teníamos que decirle que era un nene y que cuando la viéramos con algo de nena, se lo teníamos que sacar. Eso fue una tortura para ella y me arrepiento”, recordó, respecto a los primeros abordajes con los que se encontró.

En ese sentido, Gabriela aseguró que “ningún profesional la escuchó (a Luana) durante dos años” y que ella recién entendió lo que le pasaba a su hija cuando vio un documental sobre una niña transgénero, de origen norteamericano. “Ahí entendí lo que pasaba”, recordó y dijo que aún hoy sufre y siente culpa por no haber sabido ayudar antes a su hija.

En la desesperación de la búsqueda, y con la colaboración de su familia, Gabriela encontró respuestas en la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). Se puso en contacto con ellos, sin saber que ese sería el inicio de un camino difícil, pero satisfactorio. Y luego llegaría el tratamiento específico brindado por el Centro de Salud Mental Cooperativo Atico.

“Durante mucho tiempo sufrimos esa violencia e ignorancia, la falta de sensibilidad de los profesionales y la falta de criterio. Las psicólogas me decían que no había bibliografía sobre el tema y yo tampoco sabía qué hacer, pero me di cuenta que lo importante era que mi hija estuviera feliz y para eso escribí el libro también, para que ella lo pueda leer y para poder ayudar a muchos otros papás que no sepan qué hacer”, explicó Gabriela.

UNA OPORTUNIDAD PARA SER FELIZ

En ese sentido, y en relación al presente y sus expectativas -en especial luego de lograr que sin judicializar el trámite el Estado en 2013 le diera a Luana su DNI con la identidad de género correspondiente– esta mamá entendió que gracias a la lucha “Luana hoy tiene la infancia que muchas trans hubieran querido tener, porque la identidad de género las personas la perciben desde muy chicos, pero no suelen tener acompañamiento”.

“Todo esto tiene ver con los prejuicios sociales, con las ideas de división entre hombre y mujer. Yo durante dos años hice lo imposible para que esta nena fuera nene pensando que la ayudaba; pero eso no fue así y solo fueron dos años de sufrimiento”, consideró y dijo que a partir de que comenzaron a dejarla ser, Luana cambió: “Hizo un giro de 180 grados, comenzó a dormir, no se le caía el pelo; era feliz”.

Respecto a lo que vendrá, Gabriela augura un gran futuro para su hija. Luana, su mamá y su hermano -el papá de los pequeños abandonó a la familia tiempo atrás- reciben tratamiento semanalmente y los profesionales que los acompañan además intervienen para que la pequeña se sienta bien en la escuela y en todas las actividades que hace. “Fue un cambio grande cuando de un año a otro dejó de ser varón, en la escuela, para ser mujer; pero es cuestión de luchar, ella tiene mucha gente que la acompañe y nunca va a estar sola”, completó.

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14/11/2015