Sábado 04 de mayo | Mar del Plata
26/02/2015

“Que la mamá pueda enterrar a su hijo y despedirlo en paz”

Ayelén Martínez era la novia de Nicolás Saurel, quien fue asesinado en febrero de 2014. Su cuerpo permanece desaparecido, pero la causa avanzó y se requirió días atrás la elevación a juicio por “secuestro extorsivo seguido de muerte”.

“Que la mamá pueda enterrar a su hijo y despedirlo en paz”

“Se conocían hace poquito”, dice en relación a los dos o tres meses en los que Nicolás Saurel había entablado una amistad con Germán Caldas, el principal imputado por su muerte. Lo dice como si el tiempo se hubiese detenido en aquel 3 de febrero de 2014. Y lo piensa en presente, porque no se acostumbra a la ausencia de su compañero de vida por más de 8 años.

Ayelén Martínez era la pareja de Nicolás, cuya causa fue elevada a juicio oral días atrás por el fiscal Juan Pablo Lódola por “secuestro extorsivo seguido de muerte”. A Nicolás lo secuestraron y –se cree- lo mataron a golpes, pero el dato más siniestro es que es un desaparecido, porque su cuerpo nunca lo encontraron.

¿Qué esperás del juicio?, le preguntó QUÉ a Ayelén. “Que todo surja como tiene que surgir, que la Justicia actúe como tiene que actuar, que el veredicto condene a estas personas, que sean imputados y condenados por haber matado a Nicolás impunemente, por haberlo usado de perejil, por haberlo hecho pagar las cuentas de ellos, por el duelo de la madre”, respondió ella.

Se muestra aferrada a la Justicia. “Tengo mucha esperanza de que alguien hable y diga la verdad, que diga qué pasó con Nicolás, quién se deshace del cuerpo, dónde, cómo. Para por lo menos, que la mamá pueda hacer el duelo, enterrar a su hijo y despedirlo en paz”, anhela Ayelén.

Repasar los últimos momentos con vida de Nicolás, quien tenía apenas 23 años al momento de su muerte, le duelen. Lo cuenta casi en automático, lo tuvo que contar muchas veces. Pero no deja de dolerle -hasta que las lágrimas afloran- recordar que pudo haber estado atado a un árbol en el Bosque Peralta Ramos, recibiendo golpes hasta morir, según uno de los testimonios de la causa, aunque aún no pudo ser comprobado por la Justicia, porque el cuerpo continúa sin aparecer.

Al hablar del caso, Ayelén refiere: “Tiene mucho de impunidad, de nenes de clase media que se creyeron impunes y terminaron con la vida de Nicolás. Piensan que no van a pagar por su vida porque son pudientes, porque se pueden pagar un buen abogado, porque se puede llegar a arreglar con plata”.

Los imputados por secuestro extorsivo seguido de muerte son Germán Caldas y Darío Repetto, quienes están representados por Sergio Fernández y Patricia Perello, respectivamente. Además, irían a juicio por encubrimiento agravado Noel Fernández y Juan Bazán.

EL DESENCADENANTE DE LA MUERTE 

El viernes 31 de enero Nicolás acudió a un negocio en San Martín al 3000, donde desarrollaba junto a Caldas tareas de albañilería. Ayelén sostiene que el único que tenía llave de ese local era Caldas, y que pasaban 12 horas trabajando juntos.

El presunto desencadenante del secuestro del lunes siguiente habría sido el robo de un dinero –que rondaría los $3000- en ese negocio. Caldas aseguraba que lo tenía Nicolás y hay imágenes de la cámara de seguridad del negocio que  muestran al joven tomarlo. Pero Ayelén cuenta otra versión: “Yo aseguro que Germán Caldas estaba ahí, no expuesto a las cámaras. Te puedo asegurar que Nicolás sacó esa plata para dársela a su amigo, exponiéndose él, importándole muy poco porque no lo conocían. Era sano, creía en la amistad, capaz que al ser hijo único se aferraba a las personas. El fin de semana anterior, Nicolás había estado cuatro días en la casa de Germán porque nos habíamos peleado”, relata ella.

Enseguida, dio algunas informaciones que nutren esta hipótesis: “Germán debía plata. En la cotidianeidad de nuestra convivencia me contaba su relación laboral, me decía que Germán estaba muy alterado porque debía $10.000 de sus negocios paralelos, que eran la reventa de drogas”.

Dijo también que el fin de semana Nicolás intentó comunicarse con Caldas para que le pague la semana trabajada y no lo pudo encontrar.

¿Qué pasó ese lunes? Ella había salido temprano a la Municipalidad. Cerca de las 13, le llegó un mensaje que luego sabría que era de Caldas y estaba dirigido a Nicolás: “Perro, a las tres en casa”, decía. Le avisó a Nicolás y él ya había acordado ir para la casa del imputado por su muerte, a las 17.

Él la esperaba porque “no tenía $4 para el boleto porque lo podía comprar arriba del colectivo”. De haber robado esa plata, sostiene, no esperaría a que ella le pasara la tarjeta del colectivo.

Comienza todo 17.41 cuando recibo un primer llamado. Muy agresivamente me preguntaban dónde estaba la plata, que aparezca la plata. Yo me asusto, no entendía, no lo relacioné en lo más mínimo. Veo el número de dónde venía y era un teléfono conocido, de estos con los que Nicolás se comunicaba porque Germán tenía varios, por su venta de marihuana”, explicó Ayelén.

“Minutos después me vuelve a llamar diciéndome que era él, que lo tenían a Nicolás, que se había mandado una cagada donde habían estado trabajando, que había robado plata, que la tenía yo en casa”, relató luego. Y mencionó que ella no dejó de dormir una noche en esa casa, y que  nunca nadie acudió en busca de ese dinero, porque allí no estaba.

Ella pide que no le peguen, que no tenía la plata, pero que iba a conseguirla. Cortan e inmediatamente el teléfono suena de nuevo. Era Nicolás. “Me decía que consiguiera plata. Yo le pregunté qué había hecho y me decía ‘nada, nada, yo no hice nada’, con una voz super quebrada. Le estaban pegando en ese momento, se escuchaba que lo tenían en un auto”, rememoró.

Desesperada, salió de su casa. Fue hasta el Teatro Auditorium donde trabajaba de camarera Noel Fernández, entonces pareja de Caldas. “Ella se pone muy nerviosa, sabe de lo que le hablo, sabe de lo que era capaz Germán”, contó Ayelén. Se fue sin nada de allí. Acudió luego al negocio donde había faltado el dinero. Vanesa, la dueña del local, no estaba, pero luego se comunicó por teléfono. “Me llama agrediéndome, le dije que le estaban pegando, que yo le iba a conseguir la plata si él había sido, que por favor se comunicara con Germán para que lo dejaran, para que no le pegaran”, relató. Piensa que si hubiese intercedido, tal vez Nicolás estaría con vida. Quizás no. Esas hipótesis la atormentan.

Es dolorosísimo pensar en que lo mataron a palos. Días antes habíamos hablado con Nico y yo le había dicho, ‘pendejo a vos te van a dar una paliza en algún momento’ porque me había contado que lo habían querido tirotear, o algo así, a Germán. Me dijo que nunca le habían dado una paliza y en la primera que tiene, como cualquiera hemos tenido, lo matan”.

“Es muy difícil pensar que te tienen atado en un árbol y te están pegando. Es horrible. Eso es lo que realmente me duele muchísimo. Trato de obviarlo, de no pensar”, sostuvo Ayelén.

Hoy anhela que la Justicia condene a los asesinos de Nicolás. Pero también que alguien hable y diga dónde está su cuerpo, para hacer el duelo, aunque la herida no cierre.

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26/02/2015