Viernes 03 de mayo | Mar del Plata
30/05/2020

Abuelos narradores y digitales en cuarentena: “Están ocurriendo cosas mágicas”

Ni la pandemia frenó al Club de los Abuelos Narradores de Mar del Plata, que se adaptó a la tecnología para llegar niños y niñas a través de redes sociales.

Abuelos narradores y digitales en cuarentena: “Están ocurriendo cosas mágicas”
(Fotos: Club de Abuelos Narradores 2015)

| Por Flavia Mertehikian

Cuentos narrados online y con el corazón. Mantener la actividad del Club de los Abuelos Narradores parecía algo muy difícil de conseguir desde que comenzó la cuarentena por coronavirus, pero la profesora de teatro y coordinadora del taller municipal, María Victoria Padín, está muy contenta por lo bien que se están adaptando los veteranos cuentistas a las nuevas tecnologías. “Estoy feliz, porque los noto muy entusiasmados”, confiesa Padín que está siempre muy pendiente de los abuelos en el grupo de WhatsApp.

Después de hacer un curso con la profesora de cine María Dondero “que les enseñó básicamente cómo grabarse y algunos tips”, los abuelos se atrevieron a incursionar en el mundo digital. “No todos lo pueden hacer, pero hacemos lo posible para ayudarlos a conectarse de alguna manera”, explica Padín que semanas atrás empezó a subir los videos en la página de Facebook del Club de los Abuelos Narradores, donde cada día reciben felicitaciones por su labor, muestras de afecto y algunas sorpresas.

“Acaba de escribirme una maestra jardinera de Balcarce, que fue alumna mía, para pedirme autorización para pasarle mis cuentos a los padres de los niños de sus jardines, después de haberlo visto en Facebook y decirme cosas muy lindas. Están ocurriendo cosas mágicas”, comentaba una de las abuelas sobre la repercusión de sus videos.

“QUE NO DECAIGA EL ENTUSIASMO”

La iniciativa de continuar de manera virtual está teniendo “mucha trascendencia”, tanto que maestras jardineras de Mar del Plata y de otras ciudades están solicitando permiso para compartir las narraciones, que también publicará la Municipalidad en su Facebook. El proyecto, que traspasa fronteras, despertó el interés de alumnos de la Universidad de las Américas de Quito que quieren replicar este programa que en octubre celebrará su 36 aniversario.

“Los abuelos están muy contentos con todas las devoluciones que están teniendo”, señala Padín que se esfuerza para que el grupo siga activo y “no se decaigan psicológicamente”. Si este estado de emergencia “es una situación rara para todos, más para ellos, porque para muchos su vida pasa por los Abuelos Narradores, al ser su única actividad”.

Sin embargo, “están muy alertas y comunicados, pese a que algunos no tienen celular, sí tienen teléfono fijo y hacen cadenas de llamados para ponerse al día de las novedades, están muy bien organizados”, detalla la profesora.

“Siempre hay que buscar el lado positivo de las cosas y a pesar de lo terrible de este virus, es muy bueno rescatar todo lo que se logra con este hermoso grupo”, observa Delia, abuela de 83 años que si bien todavía no se animó a grabarse sigue en línea con sus pares que continúan narrando en vídeo “para deleite de todas”.

“LOS GOBIERNOS CAMBIAN, LOS ABUELOS SE QUEDAN”

En el grupo estable de abuelos narradores hay entre 45 y 50 personas, aunque cada año suman una veintena más los que realizan el curso de ingreso en el Centro Cultural Osvaldo Soriano, que este año no se pudo iniciar debido a la cuarentena. “La mayoría siempre está muy comprometida con el voluntariado: hay que tener en cuenta que ellos se movilizan por sus propios medios para visitar los jardines y colegios, sin recibir ningún subsidio”, recalca Padín.

“Los gobiernos cambian, pero los abuelos no, entonces pasa que mientras algunos ni se acercaron a conocerlos, otros sí se preocupan por ellos, como ocurre con el actual equipo de gobierno, que está muy encima, dándoles cabida y escuchando todas las propuestas”.

Alicia, con 91 años y como voluntaria desde 2008, es la abuela más longeva, pero “está como un roble, tiene una memoria increíble y narra como los dioses”, admira Padín que también destaca la participación de los pocos varones de este grupo solidario que hoy se sube a la virtualidad para mantener vivo el ritual de la transmisión oral y seguir alimentando los vínculos afectivos con los pequeños a través de relatos llenos de magia.

“Ahora trabajo tres veces más, porque me envían cuentos y consultas todos los días y a cualquier hora, pero lo hago con gusto y feliz de poder ayudarlos”, sostiene María Victoria Padín, desde 2012 al frente de este taller que comenzó su andadura en 1984 con María Rosa Solsona y que en 1991 continuó la profesora Silvia Ferragine.

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30/05/2020