Reality show
Editorial QUÉ, en la radio
Enciendan las cámaras, comenzó la representación de una fragmento, de ese fragmento tan sesgado que entendemos por la vida. En este show el arbolito cambia, compra y vende su libertad.
Enciendan las cámaras, la paradoja de un sanatorio que no tiene enfermos, pero sí médicos y enfermeros con hambre, empleados que no saben para quién trabajan y, llegado un punto, que tampoco saben para qué trabajan.
Enciendan las cámaras, aunque tal vez no funcionen para registrar las picadas ilegales que se corren en las avenidas. Tal vez, alguna vez, le llegue una multa por exceso de velocidad a algún motoquero que batió el récord de semáforos en rojo pasados.
Enciendan las cámaras y registren los despachos de todos los políticos ¿Quién no pagaría realmente por ver ese programa en este 2015 de alianzas ridículas, obvias y obscenas? De candidaturas lanzadas por la embriaguez que causa un mate.
Enciendan las cámaras, que también se puede hacer cine gore y de terror, donde apunten hay un jubilado golpeado, un pibe apuñalado, una persona baleada y ahora parece que también un comerciante quemado.
Enciendan las cámara, que solo cuando alguien está viendo es considerado vida. Sonría, es parte del show.
