Domingo 28 de abril | Mar del Plata
17/05/2015

Cartonear para vivir: el lado oculto de la ciudad

José tiene 42 años y desde los 6, todos los días se sube al carro y recorre las calles en busca de aquello que todos desechan y que para él es sinónimo de subsistencia. No solo se enfrenta a las dificultades cotidianas, sino también a la estigmatización social.

(Fotos: Lucho Gargiulo) ©

La historia de José puede pasar desapercibida. Seguramente lo haga en la vorágine de lo cotidiano, de los autos, de los bocinazos, de los problemas que parecen tan graves pero en realidad son tan pequeños. José tiene 42 años y desde los 6 vive de la basura.

Todos los días se sube a su carro, ese que heredó cuando murieron sus padres, y enfrenta el frío, el calor y, en especial, la mirada del otro: de aquel que lo denigra, del que lo subestima, del que lo insulta, del que lo critica. Y sin embargo sigue. Sigue porque no tiene remedio. Sigue porque tiene que vivir. Sigue porque tiene que marcarle el camino a sus hijos. Sigue porque no le queda otra.

En Mar del Plata no hay estadísticas ni concretas ni oficiales respecto a la cantidad de cartoneros que actualmente recorren las calles. Pero ellos, los que salen todos los días y se encuentran en la lucha, hablan de que son alrededor de setecientos los carros que juntan la basura del otro. Setecientos carros que no son setecientas personas; son setecientas familias con cuatro o cinco integrantes cada una. Y el número sube. Y la miseria también. Y la indiferencia, que es lo que más duele, crece todavía más.

Desde hace algunas semanas, el tema de la tracción a sangre volvió a estar en agenda en la ciudad. El concejal radical Mario Rodríguez presentó un proyecto por medio del que busca que progresivamente se erradique esta actividad y que en un período no mayor a cuatro años los actuales responsables de los carros con animales puedan reemplazarlos gradualmente “por un vehículo de carga, tipo zoótropo u otro”.

Sin embargo, José asegura que esa no es la solución. Dice que ni él ni sus compañeros van a dejar los carros porque los necesitan para vivir, porque no pueden “usar motos”, porque la necesidad es muy grande. Y a los que los critican porque aseguran que maltratan a los animales les retruca: “¿Cómo vamos a descuidar a los caballos, si son nuestro medio? Sí, es cierto que hay gente que lo hace, pero nosotros les marcamos el error para que no suceda, no somos todos. No pueden meternos a todos en la misma bolsa”.

La historia de José seguramente pase desapercibida. Probablemente haya mucha gente que lo critique, lo insulte, y lo denigre por subirse a un carro tirado por un caballo y salir a juntar cartones para vivir. Sin embargo, tal vez también haya quienes vean a un hombre con una familia al hombro, con toda una vida de lucha, con hijos que van a la escuela y se forman.

Para José y su familia, la necesidad de tener un plato de comida y conseguirlo dignamente es más fuerte que cualquier cosa. Por eso, todos los días, él sale a cartonear. Llueva, truene, haga calor, haga frío, José y sus hijos se suben al carro, pero no por eso descuidan a los animales, que son sus animales, sino todo lo contrario. Así sin más, pasan los días y recorren una Mar del Plata que no solo no los mira, sino que directamente los reduce a ser el lado oculto de la ciudad.

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17/05/2015