Caso Tito Arriagada: “Que la Justicia no nos defraude”
Del 2 al 8 de julio se realizará el juicio por la muerte del herrero de 64 años. Mónica y Marina, su hija y su esposa, hablaron con QUÉ de su expectativa: “No hay retorno, pero se tiene que hacer Justicia y Mansilla tiene que pagar por lo que hizo”.
Pasaron cerca de 19 meses de aquel 22 de agosto. Fueron casi 570 días, uno a la vez. Pero ellas, Marina y Mónica, la esposa y la hija de “Tito” Arriagada, están “con la misma angustia del primer día”. Martín Mansilla, el único acusado de haberle quitado la vida al herrero de 64 años será sometido a juicio a principios de julio. Marina y Mónica afirman confiar en la Justicia y solo piden “que no las defrauden” porque “él no se merecía esto”.
Entre el 4 y el 8 de julio, en menos de dos meses, un tribunal juzgará en un juicio oral y público al único imputado por el “homicidio preterintencional” de Arriagada. Así quedó recaratulada la causa, que antes decía “homicidio simple”. Esto implica básicamente una reducción en los años de pena que le corresponderían a Mansilla en caso de ser encontrado culpable. Y para la familia de la víctima “está todo dado” para que eso ocurra.
El hombre, oriundo de Santa Clara del Mar, falleció el 29 de agosto de 2014 en el Hospital Interzonal luego de haber ingresado una semana antes con fuertes golpes en la cabeza. Esos golpes los recibió en las cercanías de Parque Camet luego de atropellar accidentalmente a un perro con su auto. Cuando intentó socorrer al animal, un hombre comenzó a golpearlo hasta dejarlo inconsciente. Dos días después de la muerte de Arriagada, la Policía detuvo a Mansilla, de 32 años, en la misma zona del hecho.
“Nosotras estamos con la misma angustia desde el primer día pero también queremos que todo esto termine ya. Estamos nerviosas, expectantes”, indicó Mónica Arriagada, la única hija mujer del hombre asesinado, en diálogo con QUÉ.
Aquel 22 de agosto le resulta lógicamente inolvidable. Mónica estaba trabajando. Eran cerca de las 19 y estaba en su puesto de cajera y encargada de un comercio de Santa Clara. Le llegó un mensaje al celular que decía: “Che, Moni, ¿sabías que tu papá está internado?”. Se desesperó, llamó al fijo de Tito y nada. Después al celular y atendió su hermano Manuel, llorando, que le pidió que por favor fuera al Hospital Interzonal.
Al llegar al HIGA, Tito estaba en el pasillo, sin atención; lo habían ingresado alrededor de las 15.30 como un “NN” borracho y le habían puesto un suero para limpiar la sangre. Eran las 20.15 cuando Mónica llegó y lo vio: su papá tenía los ojos morados, le brotaba sangre de la boca y nadie hacía nada. Mónica empezó a gritar y a putear a cuanto médico pasaba, hasta que dos doctores se llevaron a Tito y la invitaron a ella a retirarse.
Del hospital a la comisaría, entre pasillos, esperas, uniformes, batas blancas, enfermeros, neurocirujanos, puertas desconocidas, bronca, tristeza, impotencia, sin soluciones, sin distinguir la mañana de la noche. Una semana.
Tito estuvo internado siete días hasta que finalmente murió el 29 de agosto. La familia aceptó donar sus órganos. Fue enterrado dos días después y al funeral fueron su familia, parientes de Chile y amigos. Ese mismo día, la policía detuvo a Martín Mansilla, identificado por testigos como el que le pegó la piña que sufrieron todos.
“EL CAMBIO DE CARÁTULA BENEFICIA A MANSILLA”
Marina Plaza es la mujer de “Tito”. Comparte las palabras de su hija cuando dice que cada día de estos 19 meses es como el primer día, como al principio de algo que no tendría que haber ocurrido.
“Confío en los jueces para que se haga Justicia y que esta persona pague. Estamos con la misma angustia del primer día, como si esto hubiera pasado ayer. Todos los días son iguales y todos mis hijos están mal”, cuenta la mujer, madre de cuatro hijos.
Pide que la justicia no la defraude pero teme, al igual que Mónica, lo que pueda pasar debido al cambio de carátula. La causa en un principio figuraba como “homicidio simple” por disposición del fiscal Alejandro Pellegrinelli, pero luego cambió a “homicidio preterintencional” a pedido del abogado defensor de Mansilla, César Sivo.
Es considerado un “homicidio preterintencional” cuando el agresor actúa con la intención de provocar lesiones a otra persona pero finalmente le provoca la muerte. De esta manera, se resalta que la intención del acusado no es desencadenar la muerte. Este delito supone penas que van entre tres y seis años de prisión. El homicidio simple, en tanto, va de 8 a 25 años.
“Sabemos que es difícil porque hicieron un cambio de carátula que lo beneficia a él y que se puede ir a su casa sin pagar por la muerte de mi papá”, agrega dolida Mónica y reconoce sentirse nerviosa, expectante.
“Después de todo, esto no tiene un retorno, esto va a ser así siempre, mi papá no va a volver. Pero de todas maneras queremos que se haga justicia por él, porque lo que pasó fue totalmente injusto para él, para todos”, afirma y repite esa palabra. Injusto.
Mónica y Marina esperan el juicio. Son conscientes de que ni la pena más alta les devolverá a “Tito”, pero buscan ese consuelo, esa paz, esa Justicia que desde el primer día reclaman.
“JUSTICIA POR TITO”
“Tito” Arriagada era y es un hombre muy querido en Santa Clara y la zona. La muerte del herrero de 64 años se volvió una causa de toda la comunidad y la leyenda “Justicia por Tito” se puede leer en carteles, en esquinas y comercios. Para afrontar los gastos del proceso, vecinos y amigos colaboraron con la familia Arriagada. Se hicieron rifas y eventos solidarios.
“Cuando mi papá estaba en estado de coma, se empezó a difundir por los medios y llegó a todos lados. Recibimos el apoyo y de esa manera no estuvimos solos”, afirma Mónica y su mamá agrega: “El apoyo sirve mucho. Nos da un consuelo que en realidad nunca vamos a tener”.
“Fue injusto”, remarcan. Pero a la vez intentan confiar en lo que ocurrirá del 2 al 8 de julio: “Confío en la Justicia, pero que no me defraude porque lo único que quiero es justicia. Él no se merecía esto”.
