Entre el piropo y acoso
Editorial QUÉ, en la radio
Alguna vez, alguien, sacará la cuenta de cuántos piropos recibe una mujer a lo largo de su vida y nos dará vergüenza. El acoso constante que reciben las mujeres, justificado como si fuese siempre un chiste, una burla, un comentario, un “no es pa’ tanto”.
El piropo muta y se vuelve siempre más violento, más obsceno, más directo, más vulgar. Y en la calle gritan los hombres caminando, en autos, gritan las paredes, las tapas de las revistas, los avisos clasificados.
Una mujer camina y le gritan cosas, le tocan bocina, le chiflan y nos parece normal. Un tipo se acerca y le dice algo al oído, ya no le basta con gritarle. Y nos parece normal.
Normal es otra cosa. Alguna vez, alguien, dirá bien cuál es la diferencia entre un piropo y el acoso vulgar. Mientras, algo de respeto vendría muy bien.