Viernes 03 de mayo | Mar del Plata
06/11/2022

Un exjuez y otros nueve procesados por encubrir los vuelos de la muerte

El caso, investigado desde Mar del Plata, comprende el hallazgo en 1978 de 14 cuerpos en la costa de Pinamar, Villa Gesell y Partido de la Costa.

Un exjuez y otros nueve procesados por encubrir los vuelos de la muerte
(Foto: ilustrativa / Qué digital)

Un ex juez federal de Dolores, ocho expolicías y un ex funcionario municipal de esa ciudad fueron procesados sin prisión preventiva esta semana por la Justicia Federal, a partir de una investigación impulsada desde Mar del Plata, por haber encubierto los vuelos de la muerte durante la última dictadura cívico militar a partir del hallazgo de 14 cuerpos en las costas de Pinamar, Villa Gesell y Partido de la Costa en diciembre de 1978.

Los procesamientos fueron dictados por el juez subrogante de Dolores, Martín Bava, en el marco de una investigación llevada adelante en buena parte por la titular de la Fiscalía Federal Nº 1 de Mar del Plata, Laura Mazzaferri, y en una causa que se inició en 2011 a partir de denuncias efectuadas por fiscales marplatenses ante casos surgidos en los denominados “Juicios por la Verdad”.

Carlos Augusto Facio, de 83 años, fue juez titular del Juzgado en lo Penal Nº 2 de Dolores desde el 10 de agosto de 1976 hasta mediados de 1984, es decir durante casi toda la dictadura cívico miliar y el juez Bava lo procesó -sin prisión preventiva- bajo los delitos de encubrimiento en concurso ideal con abuso de autoridad y violación a de los deberes de funcionario público.

La misma acusación alcanza a un ex médico policial, Miguel Cabral, a un ex funcionario municipal de Dolores -director de Catastro- Juan Domingo Montenegro, y a siete ex integrantes de la Policía Bonaerense: Mario Castronuovo, Juan Antonio Estrada, Domingo Oscar Martínez, Ednio José Lloren,  Francisco Enrique Aristegui, Alberto Martínez y Edgardo Emilio Luchetti. A todos, además, el magistrado les trabó embargos de entre 5 y 3 millones de pesos.

En la causa se acreditó que entre el 16 y el 20 de diciembre de 1978 aparecieron en las costas de Pinamar, Gesell y La Costa 14 cuerpos de personas que provenían de distintos centros clandestinos de detención y tortura y que habían sido secuestradas y desaparecidas y luego arrojadas al mar por la dictadura militar.

Sobre esos episodios se iniciaron sumarios judiciales -todos a cargo del por entonces juez Facio- en los que ninguna de las víctimas fue identificada, no fue individualizado ningún acusado y fueron cerradas rápidamente sin investigación. “Las causas sirvieron como una maniobra de montaje llevada adelante por la dictadura, con la complicidad de los imputados, para ‘aparentar una investigación’ que lejos de echar luz sobre los crímenes cometidos, impidió la identificación de las víctimas y de los autores”, sostuvo Bava.

Y reseñó que ya en democracia pudieron ser identificadas 10 de esas 14 personas: Santiago Bernardo Villanueva; Jesús Pedro Peña; Helios Hermógenes Serra Silvera; Oscar Néstor Forlenza; Isidoro Oscar Peña; Carlos Antonio Pacino; Omar Rodolfo Farías; Cristina Magda Carreño Araya; Nora Fátima Haiuk De Forlenza y María Cristina Pérez.

Las apariciones de cuerpos de diciembre de 1978 y las causas abiertas en ese sentido se vinculan con otro expediente iniciado el 5 de enero de 1979 en el mismo juzgado: un habeas corpus impulsado por las Madres de Plaza de Mayo Nora Cortiñas, Hebe Pavello de Mascia y Josefina de Noia por medio del cual buscaban conocer detalles de los hallazgos de los que se habían enterado por los diarios y de las identificaciones de los cuerpos. Sin embargo, nunca tuvieron respuestas.

Bava a la hora de analizar la conducta del por entonces juez Facio remarcó que los 14 expedientes fueron tramitados por separado “como hechos aislados” y que en ningún momento el acusado “los vinculó e inició una investigación que relacionara los hallazgos, la búsqueda de la causal de muerte y la identificación de los mismos”. Además, describió que permanecieron abiertos apenas seis meses, aunque algunos tan solo dos, para luego pasar al archivo sin ningún tipo de “medida probatoria conducente para intentar descubrir la verdad de lo acontecido”.

De esta manera, concluyó que Facio “actuó simulando que llevaba adelante una investigación, pero su accionar se redujo al control de unas mínimas medidas de prueba, muchas de ellas carentes de sentido y hasta contradictorias entre sí” y que “ni siquiera se tomó el trabajo de tomar conocimiento del lugar en el que se encontraban inhumados los restos que -en teoría- se buscaba reconocer”. Asimismo, evidenció que ya por entonces hasta “la prensa conectaba las apariciones de los cuerpos a un hecho en común”.

LA COMPLICIDAD JUDICIAL Y LOS VUELOS DE LA MUERTE

En la resolución, el juez Bava hizo foco en que la “complicidad judicial en las gravísimas violaciones a los derechos humanos ya era plenamente conocida en la época en la que se desarrollaban las atrocidades que encabezaba la junta militar”.

Así, señaló que, de esa manera, “aquellos magistrados del Poder Judicial en lugar de brindar la protección a los habitantes del territorio nacional contra el autoritarismo del Estado, se convirtieron en encubridores de los crímenes cometidos por los usurpadores del poder” .

Y describió que su accionar estuvo dirigido “a dar apariencia de legalidad a las manifestaciones evidentes de los crímenes contra la humanidad, imprimiendo un trámite meramente formal al recurso de habeas corpus y realizando todo tipo de acciones sin ningún otro sentido que el del ‘montaje’ de pseudo institucionalidad o un mínimo Estado de derecho”.

Por otro lado, contextualizó que la dictadura cívico militar llevó adelante distintas metodologías para ocultar o negar sus crímenes “desde ejecutar a los detenidos y abandonar sus cuerpos en alguna zona despoblada, enterramientos clandestinos en dependencias oficiales y/o centros clandestinos de detención, quema de cuerpos, hasta llegar a los llamados ‘vuelos de la muerte'”.

Particularmente, el magistrado describió que esa práctica consistía en arrojar a las personas secuestradas desde aviones o helicópteros a las aguas del océano Atlántico o del Río de la Plata, que en la mayoría de las veces se encontraban desnudas y eran lanzadas con vida y su muerte se producía por el gran impacto de la caída.

“Ahora bien, pese a todo el terror puesto a disposición, a pesar de todas las herramientas estatales utilizadas en esta maquinaria represiva que buscó ocultar las atrocidades cometidas, los cuerpos aparecieron. Fueron devueltos por la corriente marítima. Como una marea de verdad sobre la costa atlántica argentina; como una herida abierta; como un cabo suelto en el plan perfectamente diseñado. Así, pese a todos los intentos de negar la muerte, la muerte se la ingenió para aparecer y gritarle a toda la sociedad que allí estaba. Lo indecible, lo indeseable. Allí estaba toda la verdad que se intentó ocultar, aquella verdad que intentaba ocultar los dichos cínicos de Videla“.

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06/11/2022