Domingo 12 de mayo | Mar del Plata
31/03/2024

El Mercado de Pulgas, un paseo turístico con 28 años de historia en Mar del Plata

Más de 80 puesteros forman parte de la única feria de antigüedades de la ciudad que “resurge” con las crisis económicas y sociales. Sus historias y configuraciones.

El Mercado de Pulgas, un paseo turístico con 28 años de historia en Mar del Plata
(Fotos: Qué digital)
Celeste Verdicchio

Por: Celeste Verdicchio

Desde hace 28 años funciona en Mar del Plata el Mercado de Pulgas, un paseo turístico que es, al mismo tiempo, un viaje constante a “la casa de la abuela”. Coleccionistas, ambientadores de obras teatrales y armadores de vidrieras convergen allí en busca de “tesoros”, esos que surgen principalmente de los remates. Historias y configuraciones de la única feria de antigüedades de la ciudad que “resurge” con las crisis económicas y sociales.

Más de 80 feriantes forman parte en la actualidad del Mercado de Pulgas en la Plaza Rocha de Mar del Plata. Gabriel, Romina y Lucas son sus delegados y cuentan a Qué digital cómo llegaron al espacio que en cada objeto está cargado de anécdotas e historias.

En 1994, la Municipalidad sancionó la normativa que, tras algunas modificaciones en 1995 y 1996, regula el funcionamiento de la feria en la manzana de Luro, 20 de Septiembre, San Martín y 14 de Julio de jueves a domingos (y también feriados) de 10 a 18, si el clima acompaña. Allí se autorizó la venta de antigüedades, libros usados, revistas antiguas, filatelia −sellos postales−, numismática −monedas o medallas− y otros objetos coleccionables.

Gabriel es una de las tres personas que está desde el comienzo, cuando la feria dio sus primeros pasos “arriba del Torreón del Monje”. Y también −cuenta− es jubilado y estar en el Mercado de Pulgas para quienes como en su caso cobran la jubilación mínima en medio de la crisis y el ajuste, funciona como un “rédito”. “Sin esto no podría vivir”, admite.

En su caso, si bien se define a sí mismo como un “acumulador” desde hace varios años, admite que su mercadería la adquiere en buena parte a través de los remates o de personas conocidas que deciden irse del país y ponen en venta todas sus pertenencias.

Lucas trabaja en el Mercado de Pulgas desde hace 20 años. Empezó como ayudante de un puestero que luego falleció y a través del tiempo fue adquiriendo la experiencia que se necesita para el mundo de las antigüedades. Su puesto se ubica estratégicamente en la transitada esquina de Luro y 20 de Septiembre y ahí se puede encontrar vajilla, monedas, billetes y bijouteri pero también otros tesoros y perlitas como la libreta peronista.

“La mercadería muchas veces la trae la gente o vas a domicilio a comprar, pero casi siempre se consigue todo en remates. Cuando alguien muere o se va (del país), los familiares a veces lo llevan a los remates y se va haciendo todo un círculo de venta“, cuenta. Ese círculo, justamente, hizo que muchas veces objetos que fueron vendidos en Mar del Plata salieran hacia otros destinos y volvieran a ingresar, años después.

Romina se sumó al Mercado de Pulgas hace algunos años, luego de que surgiera la posibilidad de adquirir el fondo de comercio de una regalería antigua en la ciudad: “Es un galpón. Como los buscadores de tesoros, te encontrás ahí con todo derrumbado”, grafica.

En la pandemia, a pesar del desafío de los momentos más restrictivos, junto a su papá −con quien trabaja en la feria− comenzó a bucear entre la mercadería y a descubrir objetos atractivos de la década de los setenta: “Nos encontramos con perfumeros antiguos o ceniceros portátiles de metal con estampa de seda. Es alucinante, son artículos de cartera de dama de lujo”.

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En su puesto, sin embargo, también se puede encontrar vajilla, cristalería, bijouteri −lo más buscado por los jóvenes, aseguran− y objetos más estrambóticos como sombreros mariachi o un teléfono antiguo de las cabinas de Telefónica: “Aparte de su valor, tenemos artículos de calidad”, destaca.

“Hay clientes que vienen a buscar específicamente ciertos artículos. Hay coleccionismo para todo, cajitas de fósforos, platos, juguetes para recordar la infancia, pero siempre referido a lo antiguo, de la década del noventa para atrás”, aclara. Y Gabriel, suma: “Del cuarenta o del cincuenta también, cuanto más viejo más fácil (para la venta)”.

RECONOCER EL VALOR DE LOS OBJETOS

El Mercado de Pulgas es un escenario interesante para distintos públicos, desde un sector joven que va en busca de joyería original o gafas de la década de los ’60 o ’70, hasta fotógrafos, teterías o bares que van en busca de una impronta particular para su comercio, más ligada a lo vintage que “en los últimos años se volvió a poner muy de moda”.

De ahí, la importancia para las y los feriantes de conocer la mercadería a la hora de adquirirla o de ponerle un precio para la venta, en un contexto de constante variación económica y pérdida del valor del peso.

Para Romina, por ejemplo, el margen de ganancia depende exclusivamente de cada pieza y del conocimiento que el puestero tenga sobre ella: “Hablamos de objetos que tienen un valor histórico y un valor de por sí porque lleva cuarzo, es de loza, porque es porosa y lleva arcilla y tiene otro tipo de horneado, por los sellos o por su línea: si es de procedencia nacional o inglesa, española, alemana o japonesa”.

Esas características pero también las comisiones y el impuesto de valor agregado que incluye el martillero a la hora de concretar una venta en la subasta, también entra en juego al momento de definir un precio: “Hay piezas de muchísimo valor que acá se venden a mucho menos. Así y todo, algunas veces a las personas le parece caro”.

“Muchas veces cierra un restorán que tiene estos artículos y tenemos la posibilidad de ir y comprarlo por medio de un martillero y todos esos objetos van a parar a nuestras mesas y después a otras mesas. Tienen historia y es parte de la historia de Mar del Plata“, sostiene Romina para quien, la clave, está en el constante aprendizaje para no caer en la venta de un objeto de alto valor a bajo precio.

EL REGATEO, UN JUEGO ENTRE LAS PARTES

El regateo es un juego histórico entre las partes que, depende para quien, puede jugar a favor o en contra. Pero resulte como resulte, es la manera típica para debatir el precio de un objeto en busca de una rebaja para el caso de los compradores. “Es parte del mercado”, definen quienes trabajan allí.

“El regateo existe de toda la vida”, asegura Romina aunque también destaca la necesidad de buscar un equilibrio para poder “recuperar” los costos que implica todo el trabajo, que va más allá de solo adquirir los objetos y que tiene que ver por ejemplo con el alquiler de un espacio de guardado para la mercadería o los gastos de movilidad, teniendo en cuenta que cada estructura y puesto está a cargo de las y los propios feriantes.

“Hay gente que interpreta que sí o sí tenés que rebajarle el precio. Si no, no te compran. En mi caso, pongo un precio de una sola vez, no va a remarcación más remarcación. Es una sola vez. Entonces si me piden descuento, no hay. Ese es el precio porque no remarco. Algunos lo entienden, otros no. Si me comprás cuatro o cinco artículos te puedo hacer una atención, pero por cada cosa… Si algo vale dos mil pesos, ¿qué precio te puedo hacer? si eso vale un café“, argumenta Gabriel.

CRISIS, CONSUMO Y NECESIDAD DE TRABAJO

Aunque las ventas en el Mercado de Pulgas están “flojas como en todos lados” según Lucas, la realidad indica que ante las crisis económicas y sociales como la que transita el país actualmente y que se refleja en Mar del Plata en el día a día, las ferias vuelven a “resurgir” como una alternativa para conseguir diversos productos, incluso comestibles, a precios más accesibles.

“Antes hablábamos de los mercachifles (término para referirse despectivamente a los vendedores) y el Mercado de Pulgas era mucho más habitual. Pero ahora volvió a resurgir porque con las crisis siempre resurge“, asegura Romina.

Fanáticos de los discos, de los juguetes antiguos, de la cristalería o de la joyería. Para todos los gustos, cada puestero se especializa en un rubro, aunque muchos, como en el caso de Romina, eligen tener un popurrí para intentar captar más público. Lo cierto es que miles de personas, no solo marplatenses sino también turistas, van en busca de sus objetos porque también se destacan por sus precios.

“Hay una realidad. El precio que se vende en Mar del Plata, del precio base, es mucho más barato que en otras ferias para cualquier revendedor del país. Vienen de Tandil, de Azul, de Olavarría, La Plata”, relata Gabriel. Así, explica que los mismos revendedores luego hacen remates virtuales con la mercadería que adquirieron en Mar del Plata: “De San Telmo ni hablar. Un sifón que acá lo vendíamos meses atrás a 2 mil pesos, lo vendían a 100 dólares allá. No tiene nada que ver, hablamos de diferencias abismales”.

“Hay mucha gente que viene a comprar desde hace años. Otros que vienen a ver qué hay o a enseñarle a alguien, se encuentran con algo de golpe y ‘Uy, mirá, esto se usaba así’. También vienen extranjeros de Brasil y en este momento muchos de Rusia. Eso no quiere decir que te compren, pero hay mucha gente dando vuelta“, sostiene Gabriel respecto al consumo en la única feria de antigüedades de la ciudad.

Mientras las ventas se mantienen “flojas” como parte de un consumo que se retrotrae ante el ajuste, la necesidad de trabajo aumenta sostenidamente en una ciudad que volvió a tener el índice más alto de desempleo de todo el país. Es por eso que el rol de la Municipalidad se vuelve fundamental, a pesar de que, para Lucas, “solo está presente entre comillas“.

Es que ante la necesidad, muchas personas que no forman parte del registro de feriantes se suman de todas maneras, tal como ocurre con la feria de ropa de la manzana paralela, una situación que en cierto punto va en detrimento de los puestos que solo se limitan a las antigüedades y a través de los cuales buscan poner en valor al Mercado de Pulgas que definen como un paseo turístico: “Es así en todo el mundo. En las ciudades más importante siempre hay un mercado”, sostiene Romina.

Como parte de esas configuraciones, aseguran que muchos esperan un lugar para trabajar en la feria por muchos años. Es que la convocatoria se abre de acuerdo a lo que antes de su cierre disponía la Secretaría de Cultura −ahora la Secretaría de Desarrollo Local− y también a partir de asambleas de los puesteros en las que buscan “adaptarse a los tiempos que corren”.

“Ahora somos más o menos 80 y un poquito más. La convocatoria se abre después de Semana Santa. Tenemos fiscalizaciones de la mercadería porque hay que constatar de dónde viene, se presenta como en todos lados donde uno se registra”, explica la delegada.

Y, como un paseo turístico que los sábados también se nutre de la feria verde y de plantas en la Plaza Rocha, cada uno aporta lo suyo −hace poco tiempo, incluso, pintaron y revalorizaron su tradicional cartel− aunque reclaman a la Municipalidad más presencia para poder “seguir hacia adelante”.

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31/03/2024