Lunes 13 de mayo | Mar del Plata
28/01/2024

Un llamado de advertencia por la presencia de agroquímicos en el agua de Mar del Plata

Un nuevo estudio enmarcado en el “Sprint” analizó muestras de agua en diferentes puntos de la pampa húmeda. Piden garantizar la seguridad y rever los parámetros de análisis.

Un llamado de advertencia por la presencia de agroquímicos en el agua de Mar del Plata
(Fotos: archivo / Qué digital)
Celeste Verdicchio

Por: Celeste Verdicchio

El agua que consumen distintos barrios de Mar del Plata tiene agroquímicos, pero eso no es una novedad. Que digan que es segura, tampoco lo convierte necesariamente en una verdad absoluta. Después de un año con las alarmas encendidas por los resultados que arrojó el estudio Sprint que midió y evaluó la cantidad de agroquímicos en el cuerpo humano y el ambiente −y del que Argentina se desvinculó antes del cambio de gobierno−, la lupa recae sobre el agua de consumo analizada en parte de la pampa húmeda argentina y Mar del Plata.

Un análisis de especialistas echa luz sobre la brecha que existe a la hora de acceder a agua potable más o menos segura en la ciudad y deja en evidencia que son quienes viven en los barrios más alejados de la zona norte, sur y sudoeste de General Pueyrredon quienes, ante la falta de acceso al agua de red a pesar de los múltiples reclamos, consumen a diario agua (más) contaminada.

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El estudio titulado “Contaminación por pesticidas en el agua potable argentina: un llamado a garantizar el acceso seguro” fue realizado por la investigadora del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Virginia Aparicio, quien lideraba el estudio Sprint −y fue apartada y silenciada por las autoridades de gestión−, y el investigador del mismo organismo Eduardo De Gerónimo.

La investigación se encargó de analizar muestras llevadas por diferentes comunidades vecinales−como Playa Serena−, productores organizados y municipios al laboratorio de análisis del INTA Balcarce entre 2019 y 2022 para evaluar la presencia de 53 agroquímicos y productos de degradación en el agua potable. Las muestras fueron tomadas en distintos puntos de la pampa argentina, entre ellos Mar del Plata.

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Los resultados fueron contundentes: la investigación afirma que la contaminación por pesticidas en toda la pampa húmeda es “extensa” y los investigadores no solo llaman a garantizar la seguridad del agua de consumo sino a rever los parámetros de análisis que suelen tomar las empresas u organismos como Obras Sanitarias (OSSE) para determinar o no esa seguridad.

Los agroquímicos detectados con mayor frecuencia fueron atrazina, metolaclor, imidacloprid, hidroxiatrazina, imazetapir y 2,4D. Al igual que el estudio Sprint que determinó que tanto las zonas urbanas (como en el centro de Mar del Plata) como rurales (el cordón frutihortícola, por ejemplo) están expuestas de igual manera a los agroquímicos, la investigación halló que ambos grupos poblacionales están expuestos a una contaminación “difusa”.

Sin embargo, más allá de ese dato que no resulta menor, en Mar del Plata la mayor concentración de agroquímicos y productos de degradación en el agua se identificó en los barrios más alejados de General Pueyrredon, aquellos a los que −a pesar de los múltiples reclamos por acceder a ese derecho humano básico− el agua de red no llega.

Algunos de los barrios sin conexión formal son, por ejemplo, parte del barrio Félix U. Camet, parte de Estación Chapadmalal −a pocos kilómetros de Batán−, parte de El Retazo, Parque Hermoso y la zona sur posterior a Alfar −Chapadmalal, entre ellos−.

Diferencias en la cantidad de agroquímicos hallada en el agua de suministro público y el agua de pozo o subterránea. (Imagen: estudio Contaminación por pesticidas en el agua potable argentina)

Reducir progresivamente la aplicación de agroquímicos −plantea la investigación−, es fundamental. En Mar del Plata, las fumigaciones ilegales cerca de escuelas y viviendas son una constante a pesar de que desde 2014 está vigente una medida cautelar que prohíbe fumigar a menos de mil metros de núcleos urbanos.

En la zona norte de la ciudad, por ejemplo, se ubica el barrio Félix U. Camet, un blanco de fumigaciones ilegales en campos linderos. Quienes viven allí, aseguran estar expuestos y expuestas a diario a los agroquímicos a través de la deriva (por el aire) pero también a través de otras formas de consumo y han reportado casos de diferentes enfermedades.

Según plantea el estudio, el riesgo para que el agua se contamine está asociado a diferentes factores como la propia vulnerabilidad del suelo, la frecuencia de las aplicaciones de agroquímicos, las dosis y el momento de su aplicación.

ENFERMEDADES ASOCIADAS

No es novedad tampoco que en Mar del Plata se han reportado casos de enfermedades asociadas al uso y/o exposición a los agroquímicos a través de diferentes vías. De hecho, existe un programa municipal de salud y agroquímicos que busca, a través de un grupo de trabajadoras de distintos Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS), rastrear, identificar y hacer seguimiento de esos casos elevándolos al Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino (SISA).

En Félix U. Camet, quienes consumen agua subterránea han reportado casos de gastroenteritis y lo asocian de manera directa al agua contaminada que consumen a raíz de muestras que tomaron y analizaron junto a la Universidad Nacional de Mar del Plata.

En Playa Serena, el muestreo que halló 9 moléculas de distintos plaguicidas en el agua subterránea en la zona sur y que derivó en un fuerte cruce con OSSE, fue impulsado por los propios vecinos y vecinas a raíz de un “llamativo” aumento de casos de trastornos en el neurodesarrollo de niños y niñas.

No está en discusión que la exposición a los agroquímicos puede ocasionar problemas de salud, incluso graves. Pero mientras la información oficial sobre el tema no abunda, la investigación de Aparicio y De Gerónimo aporta nuevos datos: entre ellos, asegura que el consumo de agua contaminada de manera constante puede ocasionar problemas reproductivos, desequilibrio hormonal, efectos cancerígenos y reducción de la inteligencia particularmente en niños y niñas en etapa de desarrollo corporal.

Y allí entra en juego −explican los investigadores− la cantidad, toxicidad de los pesticidas y la frecuencia o duración de la exposición humana al agua potable contaminada. A su vez, también sostienen que la exposición a mezclas de agroquímicos incluso en dosis bajas puede tener efectos adversos prolongados a la salud, algunos de ellos relacionados a enfermedades crónico-degenerativas, trastornos de desarrollo neurológico y cáncer.

UN LLAMADO A GARANTIZAR LA SEGURIDAD

El corazón de la investigación es un llamado a garantizar la seguridad en el agua de consumo en Argentina e invita, sobre todo, a rever qué parámetros se utilizan para el análisis del agua. Esa diferencia de criterio fue la que derivó en los últimos años en dos grandes conflictos en la ciudad luego de que comunidades vecinales se organizaran e interviniera el Grupo Aguas de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

Fue en 2021 cuando se encendieron las alarmas en la zona oeste rural por cuatro escuelas y un jardín en los que encontraron agroquímicos (como el glifosato) en el agua de pozo por la cual se abastecían, lo que ocasionó que el Grupo Aguas la calificara como no apta para el consumo humano.

Luego, fue la comunidad de Playa Serena la que, a partir un aumento de casos con problemas en neurodesarrollo en niños y niñas, decidió tomar y analizar muestras de agua en las que también hallaron restos de 9 plaguicidas.

Ese estudio también estuvo a cargo de Aparicio y desde aquel entonces, la ingeniera agrónoma advierte acerca de la necesidad de monitorear el agua periódicamente a partir de las moléculas halladas que, considera, no deberían estar ahí.

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En ambos casos que marcan un precedente en la ciudad, la postura de OSSE fue clara al negar que la situación fuese “de tanta gravedad”.

¿La justificación? Los análisis que realiza la empresa estatal −más allá de las denuncias por parte de comunidades vecinales por la falta de equipos para determinar la presencia de agroquímicos en el agua y la falta de periodicidad de análisis al no contar con conexiones oficiales en los barrios mencionados−, se realizan según los parámetros que rigen en Argentina y no por los estándares europeos que toman los investigadores.

Es que a lo largo de la investigación enmarcada en el Sprint, se identificó que el umbral de concentración individual de pesticidas fijado por las normas europeas superó el 8,7% para las muestras analizadas sobre aquellos que consumen agua de red y superó los umbrales en un 17,6% para quienes se abastecen a través de pozos.

Sobre ese punto, los investigadores destacan que la tasa de degradación de los agroquímicos suele disminuir a medida que penetran más profundamente en el suelo −las muestras fueron tomadas entre 17 y 50 metros de profundidad− debido a la “reducción de la población microbiana y la materia orgánica”, pero también alertan que los agroquímicos suelen persistir más tiempo en el agua potable que en el suelo.

En síntesis, más allá de la necesidad de que las empresas realicen periódicamente monitoreos sobre la calidad del agua potable para detectar pesticidas y productos de degradación, otra de las grandes advertencias que realizan los especialistas tiene que ver con aquellos agroquímicos que fueron aprobados e incorporados para utilizar en el campo en los últimos años y que no son monitoreados por su falta de incorporación a los parámetros que utiliza actualmente la Argentina, aquellos mismos parámetros que utilizó OSSE para justificar la seguridad en el consumo del agua.

En ese sentido, si bien las cantidades de agroquímicos identificados en el agua de consumo en Mar del Plata pueden estar dentro de los parámetros vigentes, los investigadores toman los estándares europeos porque, consideran, “son más estrictos para cuidar la exposición de las personas y el ambiente a estos productos”.

El monitoreo proactivo sumado al análisis en el agua de los pesticidas recientemente autorizados en el país que solo apuntan al aumento del rinde sin medir las consecuencias de ello sobre el ambiente y la salud humana, puede ayudar a identificar riesgos potenciales −plantean los investigadores− y, en consecuencia, ayudar a impulsar otras formas alternativas de producción de alimentos que no impliquen prácticas agrícolas a gran escala como los monocultivos que requieren de grandes aplicaciones de pesticidas ante el desgaste de los suelos.

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28/01/2024